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“No me hagás eso porque le voy a contar a mi mamá”: infierno en el barrio San Expedito

“No queremos otra Abigail”, denuncia Melisa, la tía de dos niñas de la misma edad de Abigail, quien relata el calvario que viven: “Lo ven en el súper y se hacen pis encima”.

Cámara Gesell. Foto: PrensaNoa.
Descacharreo

La madre de dos niñas de 7 y 8 años tiene que ir a la escuela Nueva Esperanza de la calle Perú al 4500. Está terminando de estudiar y no puede faltar. “Esa noche se confía y le pide al vecino que las cuide: ‘¿Dámele una miradita a las chicas?’ Así empezó todo el calvario”.

Quien habla es Melisa Corbalán, tía de las niñas, y denunciante de un vecino del barrio San Expedito: “Se acostaba a la par de ella, las tocaba. Mi sobrina mayor le decía: ‘No me hagás eso porque le voy a contar a mi mamá, a mí me duele’. Todo empezó así hasta que un día, el 29 de abril de 2017, voy a buscar a mis sobrinas porque tenía que llevar a mis sobrinos a catequesis. Ese día me quedo con ellas y me dice: ‘Madrina, vos sabés que El Petiso nos toca a mi hermana y a mí’”.

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Tal como denuncia Corbalán, las niñas declararon en Cámara Gesell: “Ellas ratificaron lo que les ha hecho. Cuando me enteré, ese sábado fui a la comisaría de Cevil Redondo. El lunes me dirijo a la Fiscalía. Esperé hasta las dos de la tarde y nunca llegó el cadete para llevar la denuncia. El segundo día nunca llegó el cadete. Hasta que ingresó la denuncia en la fiscalía”.

“El tipo vivía cuidando una casa. Era amigo de mi hermana, del barrio, de toda la vida. Todo el mundo lo defiende y lo aprecia un montón. Yo también lo apreciaba un montón. Hasta que llegó un punto que las niñas no querían que esté en la casa. Luego de que mi hermana ratificó la denuncia, yo había llamado a los noticieros para que me den el apunte. Me convocó la doctora Reinoso Cuello para retarme por hablar con la prensa. Yo le dije que estoy en mi derecho de hacerlo público. Liberó una orden de detención. No lo encontraron. La hermana negó saber dónde estaba. Hasta que liberaron un pedido de captura”.

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“Hicieron dos allanamientos en abril: no lo encontraban. Hasta que un 19 de mayo me llama por teléfono un vecino. El Petiso estaba en la casa de la madre, se había pelado, le sacaron una foto y llevé la foto a la comisaría. Me negaron que podían arrestarlo. Hasta entonces se había dado nuevamente a la fuga. Lo buscaba yo en la moto con mi marido. Hasta que un día 15 de junio volvía del centro con mi hijo mayor. Me llama mi mamá y me dicen que lo tenían cercado en el póker de Las Cinco Esquinas. Mi sobrina lo había visto. Había ido a comprar con la madre al súper del barrio y cuando lo vio se hizo pis encima”.

“Ese día que lo encontraron en el póker salió mi papá, mi marido. Me esperaban a mí porque yo tenía el papel con el pedido de la captura. Me bajé del 5 en la América y Belgrano y me tomé un taxi para llegar más rápido. Llamé a la Comisaría 12 (la misma del caso Abigail) y no tenían móvil para ir. Queda a tres cuadras y media la comisaría del póker. Les dije: ‘Si no tienen móvil, ¿por qué no caminan?’ No hubo caso: me dijeron que no tenían móvil. Entonces llamé al 911 que fue. Mientras tanto, el tipo desde adentro del póker llamó a la hermana embarazada, quien fue. Aclaro algo: la familia no tiene la culpa de tener un depravado en su casa”.

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“Cuando les mostré el pedido de detención al 911, me preguntaron si podía comunicarme con alguien de la causa y hablaron con el sargento de la Brigada, quien le confirma el pedido de captura, llega el móvil, queda detenido. Van a Cámara Gesell donde declaran las nenas. Él miraba todo desde otro cuarto y niega todo, pero le ordenan la preventiva por tres meses”, explica Melisa, quien revela el perfil del presunto violador a quien le espera el juicio por delito sexual.

“Corta el pasto, trabaja en albañilería, hace de todo. Lo que puedan necesitar los vecinos, él lo hace y le pagan con comida. Es muy amiguero, se gana a todos los vecinos. En el 11 de enero, en el primer asentamiento, también les hizo lo mismo a dos niñas. Ahora vive en San José, pero este infierno fue en San Expedito”, agrega Corbalán, quien relata lo más difícil después de la denuncia: “Cuando las nenas le dijeron que no les hiciera nada él les respondió que le iba a matar a la mamá. Estuvieron tres meses sin querer ir a la escuela con psicólogo y clases en la casa. La más chica de las dos que hoy tiene 10 años quedó suspendida en el pasado, como una regresión: tiene 10 años y hoy no sabe leer ni escribir”.

“Con la ayuda de la psicóloga judicial y del caps, lo único que pudo decirles es: ‘¿Sabés que ya está preso El Petiso? Mi madrina dice que ya no va a salir más. Estoy muy contenta’ Pero el tipo sigue libre hasta la espera del juicio y mis sobrinas lo ven. Hay un violador suelto en el barrio. Están esperando que le pase a alguien más lo que le pasó a Abigail. No queremos otra Abigail. Tiene que haber una justicia inmediata, no queremos que le vuelva a pasar a otro niño”.

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