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Pan y circo

Cristina Kirchner está dispuesta a incendiar el país con tal de dar vuelta un resultado electoral que, aparentemente, ya es irreversible

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Cristina Kirchner - Sergio Massa
Descacharreo

Sergio Massa presentó un proyecto de ley para condonar las deudas a entidades sin fines de lucro y a contribuyentes de hasta $100.000, que se suma al paquete de medidas del Gobierno para aumentar el poder adquisitivo y mejorar las expectativas electorales para noviembre. Y es que, justamente, se trata de acciones a implementar luego de que las empresas están fundidas con el único fin de engañar al electorado para recuperarse de la paliza electoral de hace diez días.

Una opción que estudian en el oficialismo, es ampliar o limitar el beneficio a los sectores más afectados por la pandemia, comercio minorista, restaurantes. El proyecto, además, amplía la moratoria para deudas vencidas hasta 31 de agosto de 2021. En el kirchnerismo creen que estas son políticas expansivas, cuando en realidad son generadoras de pobreza porque destruyen stock de capital.

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En ese sentido, reducen los puestos de trabajo, la productividad de la economía y hacen caer el salario real. Sobre los datos de altísima inflación, atraso de las tarifas de los servicios públicos y del tipo de cambio y un déficit cuasi fiscal desbordado, un sector del Gobierno pretende hacer política fiscal expansiva financiada con expansión monetaria, pese a que las reservas en divisas caen día a día, y nadie quiere tener pesos como reserva de valor.

Cristina Fernández de Kirchner pretende apagar el incendio con un balde de nafta y no parece interesarle que se incendie el país. Su prioridad se limitaría dar vuelta el resultado de las PASO para solucionar los problemas judiciales que tiene. En otras palabras, todo parece indicar que la Vicepresidente está dispuesta a incendiar el país con tal de dar vuelta un resultado electoral que, aparentemente, ya es irreversible.

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Todo este destrozo económico posiblemente la gente lo termine pagando luego de las elecciones, sino no es que se manifiesta antes. En definitiva, han puesto la economía al servicio de un resultado electoral. Si falla no les importa. Todo el país bailando al son de los problemas judiciales de un grupo de personas que pretenden tener el poder absoluto para salvarse ellas, aunque queden hilachas de una Argentina que lleva más de una década que no crece.

El objetivo central del Gobierno nacional es simular el comienzo de un nuevo ciclo para intentar remontar la cuesta hasta los comicios definitivos del 14 de noviembre. A la idea de pospandemia añade una serie de medidas para fomentar el consumo y mejoras. El problema es que nadie conoce cómo hará para financiarlas. Evitando dejar dinamitado el camino que falta recorrer hasta el 2023.

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Emerge con bastante claridad que ni Alberto Fernández ni Cristina Kirchner, ni el Frente de Todos lograron procesar todavía la hecatombe. Al menos de manera integral y homogénea. Hay brújulas distintas. La precariedad de esos análisis y la chapucería de los anuncios estarían en línea con la metodología con que el Presidente resolvió la nueva articulación de su equipo de ministros.

Todos los movimientos denuncian las dificultades que poseen el Gobierno y la coalición oficial para un reacomodamiento. Y la posibilidad de generar expectativas a futuro, sepultadas por ahora en la frustración colectiva. Se advierte un agotamiento en el dispositivo superior del poder, que conforman Alberto Fernández y Cristina Kirchner. También una dificultad objetiva de que nazca algo nuevo mientras lo existente envejece irremediablemente.

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