Como si a la Argentina no le faltaran problemas, ayer se agregó uno más por parte del Gobierno nacional. Y es que el kirchnerismo iría por la estatización de la parte privada de YPF. Al menos, en el sector petrolero hay versiones que van en esa dirección y es el marco en el que se produjeron los cambios en la cúpula de YPF, más precisamente, en lo que hace a la salida de Guillermo Nielsen de la compañía argentina.
En ese sentido, la partida de Nielsen es la crónica de una renuncia anunciada y es que desde el primer momento entendió qué es lo que había pasado en términos políticos en Argentina. Cabe recordar que el economista formaba parte del equipo económico muy cercano a Alberto Fernández, había trabajado con Roberto Lavagna y hasta había sido embajador de Cristina Kirchner en Alemania.
Sin embargo, en esa relación Nielsen entendió que las cosas habían cambiado, que no pudo asumir en el equipo económico del presidente en el Poder Ejecutivo como un funcionario o ministro cercano a Martín Guzmán, pero Cristina le bajó el pulgar y Nielsen quedó entonces como presidente de YPF y rápidamente entendió que su rol era más institucional que operativo, es decir, lo contrario a lo que pretendía.
Desde el primer momento el área energética tuvo una dominancia muy evidente de Cristina Kirchner. Es obvio que Nielsen estaba cuestionando esta decisión del Banco Central y del ministerio de Economía de prácticamente llevarla a un default a YPF. YPF había negociado con sus acreedores un pago de 400 millones de dólares en marzo. Lo que pasa es que eso se lo frenó el Banco Central y el Ministerio de Economía.
¿Esto a qué se debe? Fácil, el BCRA no tiene dólares y decidió que organismos como YPF pongan la cara ante los acreedores y los accionistas minoritarios y les explique que es necesario reformular los tiempos para pagar y que, eventualmente, se hiciera cargo de comunicar un posible default por falta de pago. Esto es lo que terminó de enfrentar a Nielsen con el Banco Central. Ayer la acción de YPF cotizaba a 3 dólares 94. El precio más bajo de la historia.
Mauricio Macri recibió la acción de YPF a 18 dólares. La dejó a 11 dólares. Fernández la recibió a 11 dólares y la tiene abajo de 4. Ahora bien, esto no sería obra de la casualidad, sino que, por el contrario, sería a propósito teniendo en cuenta un oscuro fin. Y es que en el sector petrolero está la versión que, aprovechando el desplome de las acciones de YPF, el Gobierno quiera estatizar la parte privada.
No se puede creer que el Gobierno haya echado a un especialista en reestructuración de deuda justo cuando estaba reestructurando la deuda de la principal empresa del país. Antes de su estatización, YPF valía 10 mil millones de dólares. Hoy vale unos 1.450 y tiene una deuda de 8.500. Para colmo, el reemplazante de Nielsen será Pablo González, un santacruceño que menos de petróleo sabe de todo y es amigo de Máximo Kirchner. Estaba más cantado que el himno.
