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Sergio Berni representa el comienzo del fin del kirchnerismo

Tal vez con el correr de los días, el justicialismo y el mismo ministro tomen la dimensión del abismo que se abrió a los pies del ministro y de sus compañeros de partido.

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Cristina Kirchner - Sergio Berni
Descacharreo

Muchas veces, la humildad y la aparente debilidad pueden derrotar a la soberbia de grandes músculos y poco cerebro. Los videos y fotografías que mostraron a Sergio Berni en estos últimos días permitían imaginar a un Goliat en caída libre. Quien se mostraba todo el tiempo como una suerte de Rambo del subdesarrollo, salía de la escena con la cara ensangrentada, magullones en todo el cuerpo, un ridículo casco de ciclista y el gesto desencajado al borde de las lágrimas.

Faltó verlo en la lona y que le contaran hasta diez para decretar el nocaut. De todos modos, fue un nocaut político para su autoestima y el perfil de sheriff que construyó con tanto esfuerzo. Fue carne de cañón de los memes que lo trituraron. En lugar de solidarizarse con quien recibió una paliza bíblica, se multiplicaron las burlas. Salvo Cristina Kirchner, que fue la primera persona que lo llamó según contó el propio Goliat del Conurbano.

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Berni es un caso extraño. Es el funcionario más antiguo que viene acompañando a los Kirchner desde la intendencia de Néstor en Río Gallegos. Es el emblema de la mano dura y el autoritarismo que desprecian todos los progres talibanes de Cristina Kirchner. No se atreven mucho a criticarlo públicamente porque saben que podrían despertar la cólera de la reina del Calafate. Y eso sería como desatar las siete plagas de Egipto.

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Berni era intocable hasta que lo bajaron de un hondazo. Médico, teniente coronel retirado del ejército, paracaidista, experto en armas, piloto avezado de motos, helicópteros, lanchas y un marketinero de películas de guerra clase B. Veremos si Berni se transforma en un muerto político. Pero la carrera a la gobernación y hasta la presidencia que soñaba Sergio Berni, quedó sumamente herida.

Porque falló profesionalmente al bajar solo y con altanería del helicóptero en la protesta de los colectiveros. Porque es el ministro de la inseguridad multiplicada en su territorio. Y además porque en su descontrol, hizo una macana tras otra. Primero dijo que no iba a denunciar a sus atacantes. Pero lo cierto es que después fue la propia Cristina Kirchner quien lo convenció de lo contrario.

Contra las cuerdas y tambaleando inventó una serie de mentiras para tratar de involucrar a Patricia Bullrich y a la policía de Rodríguez Larreta. El resto de compadrito que le quedaba después de la paliza lo llevó a decir que: “me tuve que contener. Podría haber noqueado a varios, yo soy cinturón negro de karate”. Pero en las redes decían: “la sangre de tu rostro nos recuerda la sangre de Nisman que pisoteaste cuando lo asesinaron”. Terrible verdad.

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Muchos creen que la complicidad a prueba de balas que existe entre Cristina Kirchner y Sergio Berni tiene que ver con aquel día de terror para la democracia, cuando mataron al fiscal Alberto Nisman a horas de presentar una grave denuncia contra la vice presidenta condenada. Berni todavía tiene mucho que explicar de su inexplicable y sospechoso accionar en la escena del crimen.

El ministro Berni sigue en su lugar porque lo bancan Cristina Kirchner y Axel Kicillof. El gobernador también se prendió en la catarata de falsedades respecto de lo que pasó con el asesinato del chofer Daniel Barrientos y el ataque a Berni. Pero Berni también le prestó sus servicios a Cristina para erosionar la investidura presidencial de Alberto Fernández. Nadie lo insultó tanto como Berni ante el silencio cómplice de Cristina.

Dijo que el que trajo al borracho que se lo lleve sin comprender que al borracho lo trajo Cristina. También dijo que si Néstor se levantara de la tumba lo sacaría a Alberto a patadas en el traste. Otro despropósito. Si Néstor hiciera eso sería un golpista porque Alberto fue elegido democráticamente y solo lo deben sacar los votos en las urnas de la próxima elección. Y, además, Néstor y Alberto conformaron con Cristina la mesa ratona del kirchnerismo fundacional.

Y el matrimonio lo designó como jefe de gabinete en ambos gobiernos. Tal vez con el correr de los días, el justicialismo y el mismo Berni tomen la dimensión del abismo que se abrió a los pies del ministro y de sus compañeros de partido. Tal vez Berni deba recalcular sus objetivos estratégicos, replegarse como hacen los militares cuando están perdiendo la batalla. Todos vimos a Berni en caída libre. A un Goliat derrotado.

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