Comenzó el éxodo de dirigentes cercanos a Alberto Fernández que se van para abrirle paso al tropel de ministros, secretarios y directores estatales que responden a Cristina Kirchner y al empoderado Sergio Massa. Es la última batalla interna del Frente de Todos para quedarse con las trincheras del poder. Se disputa sobre los restos de lo que fue la presidencia de Alberto Fernández.
Es a matar o a morir, y a nadie le importa el destino de los que quedan en el camino ni la sangre derramada. Las trincheras son las cajas del Estado, los ministerios, los despachos oficiales. El dinero, nada, eso, el poder. Hay ministros que hacen diagramas en la Casa Rosada. Y, en esos diagramas, anotan uno por uno a los ministros y a su pertenencia. Los que reportan a Cristina, y los que están alineados con Massa.
Los dos grupos sumados ya conforman la mayoría, pero el de la vicepresidenta sigue siendo el más numeroso. ¿Y Alberto Fernández? Los funcionarios leales al Presidente de la Nación ocupan el espacio más pequeño, que todavía podría reducirse un poco más durante el fin de semana. “La fragilidad de Alberto Fernández se volvió dramática”, acepta uno de sus ministros. Y encoge los hombros.
Otro de los escenarios de batalla entre Massa y Cristina es, previsiblemente, la presidencia de la Cámara de Diputados, el cargo que el ministro plenipotenciario de Economía intenta dejar en manos de una de sus personas de confianza. Cristina habría dado el visto bueno para que sea Massa el que elija a su heredero, el que ocupará el tercer lugar en la línea de sucesión presidencial detrás de Cristina y la santiagueña Claudia Ledesma Abdala, senadora y esposa del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora. Es lo que se dice un cargo sensible.
La elegida de Massa es la diputada Cecilia Moreau, de apellido y militancia radical (hija del también diputado Leopoldo Moreau, quien se alejó de la UCR luego de haber obtenido el 2% de los votos como candidato presidencial), que adhirió luego al Frente Renovador massista y al Frente de Todos con el kirchnerismo en 2019. Nacida en San Isidro y compañera de colegio de Malena Galmarini, Cecilia enhebró en la Cámara Baja una intensa relación con Máximo Kirchner, vínculo que la convirtió en la candidata perfecta para atravesar el filtro implacable de Cristina.
De todos modos, es al oficialismo a quien corresponde designar al nuevo jefe de la Cámara de Diputados. Y será seguramente Cecilia Moreau porque la decisiva bancada de Juntos por el Cambio aceptará su candidatura o se abstendrá en la votación. La evolución del comportamiento de Máximo Kirchner y de Cristina en el Congreso será la variable a la que habrá que prestar la mayor de las atenciones.
El hijo de la Vicepresidenta ha conformado un bloque separado del Frente de Todos y su oposición al acuerdo con el FMI fue el huevo de la serpiente que le puso el combustible necesario a esta crisis que termina con el salto ornamental de Sergio Massa. El nuevo ministro de Economía tendrá un respaldo silencioso que, como le sucedió al ahora decorativo Alberto Fernández, pasará a ser una soga de oposición sangrienta apenas asomen las primeras dificultades.