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Sustentables y solidarios: dos diseñadores hacen anteojos con tapitas de gaseosa

Luciano y Sergio buscan financiar una matriz para concretar el proyecto para generar "conciencia y una nueva forma de mirar al mundo".

Descacharreo

En la casa de barrio de Villa Martelli, se accede al jardín del fondo por un pasillo estrecho. Hay un tinglado en L y un estanque, y mobiliario de jardín pintado de colores brillantes. Ahí trabajan dos diseñadores industriales jóvenes, Luciano Bochiccio y Sergio Fasani, comprometidos desde hace años con el reciclado de materiales y producción de objetos, lo que que además de ser sustentable, tiene para ellos un firme compromiso con los sectores necesitados. Su último proyecto es producir armazones para anteojos a partir de las tapitas de gasesosa que recibe la Fundación Garrahan.

Con el hospital ya producen lámparas colgantes, veladores y de pie. Además de venderles la materia prima, la Fundación recibe un porcentaje de lo producido por las ventas y está identificada con los objetivos del Taller Brotes, el emprendimiento de Luciano y Sergio. Todo empezó con la hipótesis de la tesis que debían presentar en la UBA, en la carrera de Diseño Industrial. “Nos preguntamos si podíamos montar una fábrica de plásticos reciclados usando directamente la molienda de plástico. Porque lo que se hace en la industria es triturar todos los plásticos, ponerlos en máquinas gigantes, agregarles un montón de plastificantes, colorantes y aditivos. Todo eso es menos sustentable“, explica Luciano.

Negocios

Estos chicos decidieron usar directamente la molienda, sin mayor procesamiento. “Cocinamos plástico en una sartén, en un hornito eléctrico, usamos moldecitos comprados en bazares. Y nos dimos cuenta de que se podía hacer“, relata. También se encontraron con obstáculos. Los proveedores de procesos rotomoldeo, de inyección y de otros procesos a los que recurrieron, no estaban acostumbrados a trabajar con los tiempos que ellos necesitaban. “Al principio les encantaba, lo probaban una vez, pero nosotros necesitábamos más. Y luego ya ni siquiera nos atendían el teléfono”, se acuerda Sergio.

Por eso, decidieron desarrollar sus propias máquinas y agrandaron lo que iba a ser un quincho que nunca llegó a funcionar. “Entonces sí pudimos volar con la imaginación, porque nuestros proveedores nos trababan. Decían que el reciclado era sucio. Con nuestras propias maquinas pudimos hacer pruebas sin límite”, explica a TN.com.ar. Una de las máquinas parece una hormigonera. En realidad, es muy similar. Otra, es una procesadora de tapitas, que quieren colocar en lugares públicos “para que cada uno pueda hacer su propio reciclado”.

SEPARA

Sergió conoció a Luciano en la universidad después de haber pasado por varias carreras.” Electrónica, derecho, comercio exterior… Cuando encontré el diseño dije: ‘esto es lo mío’. Lo primero que hice con unos amigos fueron instalaciones interactivas en espacios culturales. Una vecina del Centro Cultural Matienz vino a quejarse porque dejábamos muchos residuos plásticos en la calle”.

En lugar de pelear con ella, se unieron en un proyecto: Yo reciclo, una aplicación que conectaba a los vecinos con los recicladores o cartoneros, que en ese época eran blanco de discriminación y prejuicios. “Le avisaba al vecino de un barrio que tenía material para recuperar, qué cooperativa de recuperadores pasaba por el lugar, cómo se llamaba el reciclador, y qué material aceptaba o necesitaba”, explica Sergio. Para financiar la aplicación , Luciano y Sergio empezaron a desarrollar un cesto apilable de reciclado o residuos. Lo hicieron juntos en el último año de la carrera.

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Como huevos de Pascua

El rotomoldeo es el proceso por el cual ensayaron lo que ya es un éxito: las lámparas. Lo comparan con la fabricación casera de huevos de pascua en un contenedor de metal donde se vierte el plástico. Las lámparas salen con rotación y calor. Se ven rojas, azul jaspeadas o blancas.

Para cada anteojo, se usan 30 tapitas de gaseosa.                                                                                                      Imagen: Taller Brotes
Para cada anteojo, se usan 30 tapitas de gaseosa. Imagen: Taller Brotes

También diseñaron banquitos livianos, triangulares, y tapas para mesas. “Algunas veces no dejamos que se mezclen los colores, y todo adquiere una textura muy linda”, dice Luciano. “Si se presta atención, en algunos productos se puede ver hasta la leyenda del nombre de la gaseosa”.

Antes de vincularse con el Hospital Garrahan a través de su fundación, acudían a otros proveedores e incluso usaron envases de champú o desodorante. Pero no siempre tenían el mismo tipo de plástico. “Nosotros colocábamos la máquina a una determinada temperatura que teníamos que cambiar constantemente”, alega Luciano. “Con el Garrahan, además de disponibilidad de tapitas, hay una relación de cooperación e identificación por la finalidad social del emprendimiento”.

Después de exponer y ser distinguidos en la feria Puro Diseño, la Fundación Exportar los invitó a ir a Nueva York. Una dificultad resultó ser el transporte por el volumen de las lámparas. Por eso crearon unos anteojos cortados en láminas de acetato, que generaron interés y tuvieron mucha aceptación. “Por eso pensamos ¿por qué no crear un objeto que podamos llevar con nosotros a todas partes? Porque no podemos ir con una lámpara a todos lados para mostrarla…”.

[su_note note_color=”#0A8C06″ text_color=”#ffffff” radius=”10″ class=””]De una enorme lata salen los prototipos. Al verlos, sobre todo en tonos de azul y rojo, es imposible no pensar en los cuadros de Van Gogh. Sergio y Luciano iniciaron una campaña para poder pagar la matriz y los insumos para los primeros anteojos hechos con 30 tapitas de gaseosa.[/su_note]

“Con el Proyecto MUTAN diseñamos nuevos productos y la tecnología necesaria para transformar los plásticos post-consumo sin utilizar ningún tipo de aditivo, colorante ni resina. El desarrollo de nuestra tecnología nos permite optimizar ciclo de reciclado tradicional y reducimos el consumo de energía y somos más sostenibles con nuestro plantea. Cada día somos más conscientes de la problemática de los plásticos que descartamos y de que tenemos que evitar que terminen enterrados o en el mar. Es por eso pensamos los lentes como una oportunidad para que cada uno pueda llevar consigo esta nueva conciencia, esta nueva forma de mirar al mundo“, dicen.

Cada uno de los colaboradores con la campaña de crowdfunding se lleva un producto de Mutan, desde un llavero, pasando por una lámpara a un par de los innovadores anteojos solidarios y sustentables. Entrá acá si querés ayudar a la producción de los anteojos de diseño sustentables y solidarios.

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