Mucho cachengue remixado por el DJ del momento, TikTokers en el centro del escenario, un pogo desenfrenado y nada de barbijos en el after del Boutique Club de Mar de Pinamar. El récord de más de 100.000 casos de Covid-19 parece no haber llegado a la Costa Atlántica, donde miles de jóvenes comparten, sin distancia social aparente, la pista de baile.
Hacia las 18 de este jueves, en una de las temporadas más exitosas para la provincia de Buenos Aires, hordas de adolescentes y veinteañeros se agolparon en una de las zonas más selectas del balneario para participar de un evento que prometía música hasta las 21.
“Acá pueden encontrar la omicrón, la delta…”, dice Victoria, una cordobesa de 17 años, acompañada por su amiga Agustina desde el VIP. “Acá uno puede estar más protegido, hay menos gente”, agregó la joven, inmunizada con dos dosis de la vacuna Pfizer.
Tomás Holder, un TikToker con más de 200.000 seguidores TikTok, la red social que es furor entre los más chicos, se sacó selfies con cientos de adolescentes que le gritaban “Tommy, Tommy”. En diálogo con LA NACION, comentó el joven de 21 años: “Yo hago contenido para que la gente se divierta un poco. Así que fue un personaje que pegó”.
Holder actúa en las redes sociales y graba videos en los que recrea a un rugbier “clasista, homofóbico”. Así, aclaró que se trata “de un personaje” y que él “no es así”. Decenas de adolescentes se le acercaban para grabar juntos un TikTok y poder aprovecharse de su fama viral en busca de “me gustas”.
Con una pista de baile de arena y algunos guardias de seguridad entre los concurrentes de fondo, volaban celulares y volvían a caer, en el mejor de los casos, sobre las manos de sus dueños. Es que una de las tendencias del momento, promovida por la red social china de los videos, es arrojar el teléfono con el modo de grabación activado en la función de cámara lenta.
El enojo de la multitud llegó cuando, el DJ Fer Palacios, conocido por sus remixes de YouTube que cosechan millones de reproducciones a las pocas horas de ser subidos, apagó sus equipos antes de tiempo.
En el ingreso del evento multitudinario hay presencia policial y vallas para controlar algo que ya perdió todo tipo de orden. Si bien los oficiales aseguraron que la venta de alcohol no estaba permitida, tuvieron que retirar gente que se había excedido en el consumo.