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Trimarco y las complicaciones del periodismo independiente

Como todos saben, hace años y años que investigo la desaparición de la tucumana Marita Verón, ocurrida en abril de 2002.

susana trimarco
UNA CATARSIS PERSONAL
Descacharreo

Luego de entrevistar a varios testigos, muchos de ellos funcionarios judiciales —jueces, fiscales, secretarios, etc— y analizar casi todo el expediente (soy el único periodista que se tomó tal trabajo) decidí publicar un libro, el noveno de mi carrera profesional.

La obra es irrefutable, ya que se basa en el propio expediente y en documentos refrendados por la justicia. Allí, como muchos imaginan, queda muy mal parada Susana Trimarco, ya que aparecen no pocas contradicciones y falacias respecto de la historia que ha pergeñado sobre su hija.

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Desde hace años intento entrevistarla para que me explique esas y otras cuestiones. Sin embargo, jamás me ha concedido una entrevista. Incluso me hecho saber, a través de terceras personas, que nunca hablará conmigo.

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Eso sería lo de menos, ya que el libro saldrá igual, con o sin su testimonio. Ciertamente no lo necesita, básicamente por lo ya dicho: está 100% documentado.

El problema es el hostigamiento que sufro de su parte y la gente que la rodea, que suele difamarme vinculándome con mafias que desconozco e injuriándome gravemente.

También me han bloqueado la posibilidad de declarar en el juicio que supo sustanciarse por la evaporación de Marita Verón, donde pretendía aportar la prueba colectada durante mi exhaustiva investigación. Por todos los medios pidieron que yo no estuviera allí.

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También han presionado a la editorial que iba a publicar mi obra y pidieron a los medios que me entrevistaron que no lo hagan más.

En ese contexto, me pregunto: ¿Cuál es su temor? ¿Por qué no debaten conmigo? Y, peor aún… ¿por qué no me hacen una querella penal si estoy mintiendo?

Son preguntas incómodas, pero necesarias. Porque esta gente —¿gente?— se ha comportado de manera mafiosa para conmigo.

 Yo jamás he respondido a las injurias, permanezco en silencio, porque creo que lo personal no tiene nada que ver con lo periodístico. Pero me harté.

Sobre todo después de que mi colega tucumano Horacio Esterman fuera conminado por la gente de Trimarco luego de que yo saliera al aire el pasado sábado 25 de marzo.  Insisto: ¿Por qué las presiones? ¿Por qué no esperar a que salga mi libro y después cuestionar lo que haya que cuestionar?

Tan preocupada está la madre de Marita que, a pesar de no dar entrevistas a medios tucumanos, le ofreció a Esterman un reportaje exclusivo. Eso sí, sin cruzarse conmigo. Esa fue la condición sine qua non.

En el fondo la entiendo: es imposible para ella explicar por qué se contradice en sus dos testimonios judiciales —en 2002 y 2012— y, a su vez, respecto de lo que asegura públicamente.

Tampoco puede puntualizar cómo es que habló con su hija después de que juró que fue secuestrada por tratantes de personas. Consta en el expediente, aunque ella nunca lo diga.

Hay mucho más, pero no vale la pena mencionarlo. Solo quería mostrarles lo complicado que es ser independiente en Argentina a la hora de hacer periodismo. Así nos va.

Por Christian Sanz

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