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Un kirchnerismo carente de autocrítica

No se le ha conocido ni el más mínimo mea culpa sobre la debacle en que sumió al país mientras llama a la resistencia rasgándose las vestiduras.

Sergio Massa y Cristina Kirchner
Cristina Kirchner y Sergio Massa
Descacharreo

La decisión del kirchnerismo de obstaculizar la gestión del nuevo gobierno, interponiendo y alentando a interponer innumerable cantidad de recursos ante la Justicia para intentar bloquear el DNU presidencial, criticando la ley ómnibus sin haberse adentrado –en muchos casos– en su contenido, apoyando la convocatoria de gremios afines a un paro general con movilización para el 24 de este mes y hablando de “resistencia” a un gobierno democrático es una cabal demostración de, como mínimo, dos cuestiones.

No solo no ha tomado debida nota del enorme apoyo ciudadano a las medidas adoptadas por el presidente Javier Milei –aun sabiendo el gigantesco esfuerzo que implican y lo dolorosas que puedan llegar a ser para la sociedad–, sino que sigue sin practicar la más mínima autocrítica por el estado calamitoso en que esa facción política dejó el país. Y no han sido los únicos en manifestarse de esa forma.

Fumigación y Limpieza

Es imposible encontrar una pisca de autocrítica en los dichos de quienes son los máximos responsables de la hecatombe política, económica y social en la que estamos inmersos. El propio Alberto Fernández se vio forzado a reconocer algunas fallas en su gobierno tras la debacle electoral de fines del año último, aunque, como no podía ser de otra manera, volvió a justificarlas en la “calamitosa herencia dejada por el gobierno de Mauricio Macri, con altísimos índices de pobreza e inflación”.

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Habrá que recordarle al expresidente Fernández que durante sus cuatro años de gobierno la inflación acumulada rondaría el 1000% mientras que en el anterior fue del 271% y que cuando comenzó su gestión el índice de pobreza era del 35,2%, mientras que la última medición marcó el 40,1%. Llegó a decir Fernández que la pobreza estaba mal medida porque si hubiera 40% de pobres, la Argentina estaría estallada. ¿Acaso puede seguir afirmando sin ruborizarse que no lo está?

Los más de 16 años de gobiernos kirchneristas han sido un festival de prebendas para amigos del poder; han hecho de la demagogia un culto y de las arcas del Estado, un barril sin fondo. Sumaron infinidad de jubilados sin los requisitos que determina la ley y establecieron una fórmula de ajuste que socavó profundamente el poder adquisitivo del grueso de los beneficiarios mientras la exvicepresidenta cobra ilegalmente y en simultáneo dos millonarios haberes.

Manejaron de manera espuria los organismos estatales a los que usaron como cajas de la política para beneficio propio y para atacar a opositores; se compraron insumos y contrataron servicios a precios muy superiores a los del mercado, sin transparencia y de forma directa; crearon y superpusieron impuestos, cepos y prohibiciones de todo tipo; cajonearon proyectos legislativos para evitar transparentar procesos en innumerable cantidad de áreas.

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También promovieron a jueces amigos para asegurarse impunidad frente a las numerosas demandas de corrupción; atacaron ferozmente a los medios de prensa y a fiscales y jueces independientes, y llegaron al absurdo intento de juicio político a la Corte Suprema. Dejaron tierra arrasada, pero de eso no hablan.

Tampoco se expiden y menos aún exigen sanciones para los tan públicos como bochornosos hechos de corrupción que se viralizaron durante los últimos meses de 2023 y que tuvieron como protagonistas a funcionarios encumbrados y, en el caso de la provincia de Buenos Aires, al Poder Legislativo, donde, lamentablemente, el silencio kirchnerista descansa en el mutismo de la mayoría de los partidos allí representados.

Con la apertura de la discusión en un plenario de comisiones de la ley ómnibus, ayer, en el Congreso Nacional, han vuelto a escucharse fuertes cuestionamientos de los responsables de la debacle. Cuando no ostenta el gobierno, la nefasta máquina de impedir del kirchnerismo vuelve a aceitar sus mecanismos autoritarios.

Afortunadamente, hay otros legisladores de la oposición que parecen haber tomado nota de las demandas ciudadanas. Es de esperar que estén dispuestos a debatir para, como ha aceptado el Gobierno, mejorar sus propuestas en pos de intentar sacar al país del fondo del pozo en el que los gobiernos kirchneristas lo han dejado.

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