Vacunación Dengue

Una pollería a una cuadra de la Jefatura de Policía quedó al borde de la quiebra luego de sufrir un violento asalto

DATO PRECISO. Los asaltantes sabían dónde estaba guardado el dinero de las operaciones comerciales. La Gaceta / Foto de Ines Quinteros Orio.
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Un grupo de por lo menos cuatro personas concretó un violento robo a una distribuidora avícola ubicada en Italia al 2.500, frente al Liceo Militar y a una cuadra de la Jefatura de Policía. Los asaltantes amenazaron con armas de fuego a los empleados y los golpearon. “Se llevaron una buena suma de dinero, hasta el momento no constaté que falte algo más. No se llevaron mercadería”, explicó Francisco Boscarino.

Los padres del empresario presenciaron el ataque. Vieron cómo los delincuentes les propinaron palizas a algunos empleados que habían intentado resistirse al hecho. “Tenía que venir a las 16.30, pero a las 15, un vecino me avisó lo que estaba pasando y me dijo que ya había llamado al Servicio 911. Cuando venía hacia la distribuidora me llamó una empleada llorando desconsolada; los delincuentes ya habían desaparecido”, relató Boscarino a La Gaceta.

Asistencia Pública

El encargado de la distribuidora cree que se trató de un robo planificado. Según le relataron testigos, los delincuentes redujeron al personal y lo obligaron a tirarse al piso. Luego, se dirigieron rápidamente al lugar donde se encontraba el dinero. Ninguno de los empleados habría sufrido heridas de gravedad.

Movilidad

“Hace tres años que estamos en este local. Teníamos previsto mudarnos a otro galpón con más seguridad y comodidades, pero hoy esa posibilidad se esfumó. Tendría que declararme en bancarrota por la suma que nos sustrajeron”, lamentó el empresario. Según dijo, espera que sus proveedores entiendan la situación y que le den el tiempo suficiente para recuperarse económicamente. De ese modo podrá responder a sus obligaciones de pago.

“Se que otras pollerías mayoristas han sufrido ataques similares. En nuestro caso, es la primera vez que sufrimos un robo de esta magnitud, pero sí nos asaltaron los camiones en más de una oportunidad y algunos empleados terminaron internados”, recordó.

Dijo que no es frecuente ver agentes en la zona del Liceo. “Por momentos se ubica alguno en la esquina de Ejército del Norte e Italia, pero en ese lugar les han robado a mis auxiliares, cerca de las paradas de ómnibus”, detalló.

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“La calle Cornelio Saavedra se vuelve muy peligrosa después de la avenida Belgrano. Pocos quieren salir a la vereda”, ilustró Antonio Guzmán, un vecino que volvía de hacer compras. “Espero que encuentren a los responsables. A mí me entraron a robar en la casa y, cuando te pasa, no sabes cómo reaccionar”, explicó el hombre, que también dijo haber visto en la zona a muchos jóvenes en actitud sospechosa.

“En los últimos tiempos se puso peor. Durante las Fiestas atacaron a una chica para quitarle la cartera. Era una niña y la encañonaron dos tipos en moto”, rememoró Guzmán.

El arquitecto Andrés Macagno agradeció no haber sufrido ataques hasta el momento, pero sí reconoció que invierte en sistemas de seguridad costosos para protegerse. “En todos lados está complicado, por las dudas nosotros pusimos alarmas y cámaras; nadie está exento”, reconoció.

“Una tarde, mi mujer y mi suegra estaban en la vereda y de repente apareció una moto en contramano. Les quitaron los celulares y lo que tenían a mano”, recordó Oscar Gómez, vecino de calle Saavedra al 1.000. Según recordó, en la zona, además, es habitual que los conductores comentan infracciones de tránsito.

Mariana Jiménez lleva 40 años en el barrio Jardín. “Me entraron a robar al menos cinco veces. Me rompieron los portones y las ventanas en más de una oportunidad; cuando llamé a la Policía me dijeron que no tenían móviles… ¡Pero si vivo al frente de la Jefatura!”, reclamó indignada.

“Todos los días nos roban, chicos y grandes, violentos y oportunistas; es algo permanente”, reconoció Cristina Alurralde.

“A mi hermana le quitaron el celular cuando caminaba por calle Castelli; las motos en contramano aparecen todo el tiempo”, reiteró la mujer, custodiada por Mauricio, un perro cruza de ovejero alemán.

Diego Menéndez entendió que en las cercanías a la Jefatura es donde más roban. “Tenemos a La Bombilla a dos cuadras. A una casa de ropa de calle España la desvalijaron con una camioneta y a los dueños no les quedó otra opción que cerrar”, manifestó.
Según el vecino, con frecuencia se escuchan disparos. Sucede que cuando muere un delincuente, sus familiares lo despiden realizando tiros al aire. “Parece que la Policía no se mete en esos casos” cerró.

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