Vacunación Dengue

Alberto Fernández vive en su propio cuento de fantasías

Inflación, inseguridad y corrupción son los temas que aparecen en el tope de las encuestas sobre lo que les preocupa a los argentinos. Pero a los argentinos y al Presidente les preocupan cosas distintas.

alberto fernández en el congreso
Alberto Fernández
Vacunación Dengue

Apenas había comenzado el mensaje de apertura de sesiones y una oyente me escribió: “Me quiero ir a vivir al país que describe el Presidente”. La auto celebración sería un problema menor si en el medio no desconociera tanto sufrimiento. En su discurso, el Presidente sobrevoló los temas graves como sobrevoló Corrientes donde ni siquiera aterrizó en medio de la catástrofe de los incendios.

Entre tanto farrago de palabras, ni mencionó a la provincia, ni a sus ciudadanos, ni a los bomberos, ni a los argentinos solidarios. La frivolidad no perdonó ni el minuto de silencio por la guerra, durante el cual, el mandatario tiraba besos y la vicepresidenta sonreía vaya a saber por qué. Se llama frívolo al que no concede a las cosas la importancia, la seriedad, o el sentimiento requerido.

Asistencia Pública

“El mundo está conmovido”, comenzó diciendo Alberto Fernández, que luego le pidió al mundo y no a Putin, comprender que “debemos darle una oportunidad a la paz”. Por caso, la inflación es global, heredada o desatada por otros. No tiene nada que ver con haber emitido dinero sin control porque es multicausal y según el Presidente los factores que la causan podrán ser atacados coordinadamente. Uno se pregunta por qué no lo hicieron hasta ahora si suena tan fácil.

Movilidad

Al menos a la palabra “inflación” la mencionó trece veces. “Inseguridad” sólo dijo dos. Y por suerte nos informó que luchan implacablemente contra el narcotráfico porque de otra manera no nos enterábamos. La palabra “corrupción”, en cambio, no se encuentra en su discurso. Inflación, inseguridad y corrupción son los temas que aparecen en el tope de las encuestas sobre lo que les preocupa a los argentinos.

Pero a los argentinos y al Presidente les preocupan cosas distintas. El mandatario fue aplaudido en cambio por anunciar que no cambiará nada, ni del sistema previsional ni de la legislación laboral. El ajuste a las jubilaciones, la creciente población que trabaja en negro o que el estado haya sido en este tiempo el principal empleador no le indica que algo habría que hacer para no seguir igual. Todo está de maravillas.

En un discurso de relleno donde buscó tapar con fastuosa enumeración la insustancialidad, el Presidente dio cuenta de decenas de planes de asistencia del Estado que revelan cabalmente todo lo que la gente ya no puede hacer por sí misma como consecuencia del empobrecimiento. Y prometió profundizarlos. “Quieren hacernos creer que si alguien consigue trabajo o un aumento en su salario es solo fruto de su logro individual”, dice el Presidente.

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Confirmando cuánto deplora la autonomía de las personas en su visión de la cosa pública. “Quieren hacernos creer que el Estado no sirve ni impulsa el desarrollo personal y social y por eso buscan debilitarlo”, afirma Fernández, cuando lo único que crece en Argentina es el Estado y por su tamaño deberíamos ser al menos tan aburridos como Suiza y no cada vez más pobres. Estado rico, ciudadanos pobres.

Será por todo esto que Alberto Fernández no mencionó la palabra impuestos en toda su alocución, por lo tanto, tampoco anunció que bajarán en su carga desmedida, y sí festejó el crecimiento de la recaudación por encima de los precios. Es curioso, en la lista de todas las cosas que andarán de maravillas de ahora en más, está el acuerdo con el Fondo que no implicará ajustes ni tarifazos.

Pero que a pesar de ser el mejor acuerdo que se podía lograr, no concitó la valoración del hijo de la vicepresidenta, que pegó el faltazo, ni logró franquear la interna para que el mandatario pudiera presentar tan feliz entendimiento, en tiempo y forma en el Congreso, en vez de tener que apelar a tanto cotillón de cumpleaños. Por suerte el Presidente contó con el talento de la oposición para mostrar su propia división.

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