En los últimos días, funcionarios bonaerenses vienen advirtiendo sobre uno de los peores efectos que dejará la pandemia luego de que haya transcurrido. Se referían al aumento de la inseguridad a causa de la pauperización económica de la sociedad, la cual pega de lleno y de forma más contundente a los sectores de menores recursos. ¿Cómo hará Tucumán para enfrentar un dilema como ese?
Porque la pandemia no es una excusa para lo que venga después, cuando antes que el COVID-19, a Tucumán ya la azotaba la plaga de la inseguridad. En ese marco, el ministro de Seguridad, Claudio Maley parece estar más ocupado en hacer declaraciones para queda bien que por hacerse cargo de forma eficiente del flagelo que ya no solo amenaza la libertad de los ciudadanos de pie. Sino también sus propias vidas.
Los ciudadanos asisten impávidos ante unos delincuentes que no vacilan de atacar a colectiveros aún a sabiendas que no maneja dinero en efectivo. Incluso, esto llevó a que no fueran pocas las veces que empresas de colectivos decidieron suspender su recorrido por algunas zonas con tal de evitar exponer a sus choferes. Pero esto deja a la intemperie a cientos de ciudadanos que deben usar este medio de transporte para trasladarse.
Pero Maley no parece tomar nota al respecto. Como tampoco parece tomar nota de que los motochorros le hacen pito catalán a la ley que militó y que, lejos de cambiar el panorama para el ciudadano común, se lo burocratizó todavía más. Mientras que la norma no logró los efectos buscados por la casta política, más ocupada en proteger al ministro más que en implementar en serio una política integral en materia de seguridad.
Y si de rodados hablamos, los delincuentes también van por las bicicletas de los bikers que en Yerba Buena realizan esta actividad. Unas 48 horas después de registrase el primer robo, otras dos personas fueron emboscadas cuando circulaban por la zona de Horco Molle. Solo los dejaron con lo puesto debido a que los ladrones se apoderaron, no solo de las bicicletas, sino también hasta de las zapatillas que usaban los deportistas.
Una de las personas atacadas, describió el modus operandi. “Suelen ser delincuentes que vienen de a dos o tres en una moto y que luego se llevan dos bicis y otras pertenencias de los ciclistas. Se los ha visto con armas blancas y de fuego”, explicó. Si un vecino puede tener una data tan precisa como esa, ¿cómo es posible entonces que la Policía no pueda actuar? ¿Cómo puede ser que algo como esto no pueda ser resuelto por Claudio Maley? Todos los sectores sociales se ven afectados, desde los trabajadores que viven en la periferia hasta quienes desarrollan actividades recreativas en sus momentos libres. Las respuestas en materia de seguridad brindada por el ministro han fracasado. Y la incertidumbre le dará paso al miedo cuando los efectos de la pandemia se hagan sentir y los delincuentes se apresten a apoderarse de lo material que pueda tener cada persona, incluso, la vida.
