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Crece la presión del albertismo para que el Presidente acelere los cambios en el Gabinete

Varios funcionarios consideran que hay agotamiento y quieren que Alberto Fernández modifique el Gobierno y muestre liderazgo.

alberto fernández junto a la primera dama fabiola yáñez
El presidente Alberto Fernández junto a la Primera Dama Fabiola Yáñez presentan Francisco hijo de pareja presidencial. Foto Emmanuel Fernández.
Descacharreo

En el entorno de Alberto Fernández dicen que el Presidente no va a tomar decisiones atravesado por el fastidio que le produce la tensión permanente con Cristina Kirchner y los funcionarios de La Cámpora. Pero que sí “está trabajando” en una “reconfiguración” de parte de la gestión. Y que ahora sí es plenamente consciente de que hay áreas que no funcionan.

“No sé de dónde salió esa fecha de Semana Santa”, resaltó sin embargo a este diario mientras reía, descolocado por el deadline de la supuesta definición presidencial, un colaborador de Fernández que habló con él a diario durante esta semana, que forma parte de su círculo más cercano y que dice desconocer el alcance real de las medidas que prepara el jefe de Estado para tratar de sortear la crisis política en la que está inmerso.

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Buena parte del “albertismo” -es decir, los ministros, secretarios de Estado y legisladores que todavía creen en la resurrección presidencial- está convencido de que la gestión necesita un cambio drástico: “Esto, así como está, está agotado”, se resigna un colaborador que sigue bien de cerca a Fernández. Pero son varios los que creen que, una vez atrás los feriados de Semana Santa, el mandatario resolverá darle una aspirina a un paciente que necesita de una cirugía de alta complejidad.

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Este miércoles, el canciller Santiago Cafiero, uno de los funcionarios de mayor confianza del jefe de Estado, estuvo hasta bien entrada la noche en el sanatorio Otamendi, donde todavía la pareja presidencial ocupaba la habitación principal por el nacimiento de Francisco Fernández Yáñez.

Colaboradores de la Cancillería y la Presidencia explicaron que tuvieron una larga charla política después de los saludos de rigor por la llegada del bebé, pero que aún no hay una definición tomada en torno a la magnitud de los cambios que planea el Presidente.

No sabemos si se van a ir ministros, secretarios o qué. Alberto sabe que hay áreas que necesitan otra funcionalidad, pero no esperen que decida por sus emociones”, abundaron.

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Se refieren a la bronca que Fernández acumuló en todo este tiempo con el kirchnerismo por las reiteradas y cada vez más profundas críticas públicas de dirigentes que solo se sienten representados por el liderazgo de Cristina Kirchner. “Alberto siente que lo abandonaron. El kirchnerismo ya rompió con nosotros”, reflexionan cerca del mandatario.

En el Senado abonan esa reflexión: pero consideran que tienen sobrados motivos para justificar ese abandono, vapulear el programa económico e insistir con la salida de funcionarios como Martín Guzmán o Matías Kulfas.

Mientras tanto, en el entorno presidencial la ansiedad aumenta. Y la presión para que Fernández meta mano en el gabinete llegó en estos últimos días a su máximo nivel.

Las versiones en torno a ministros y colaboradores bien cercanos a la Casa Rosada que habrían hecho correr trascendidos vinculados a posibles alejamientos de la gestión si el Presidente no da de manera urgente un golpe de timón. “Son operaciones”, respondieron a Clarín desde un ministerio por el que circuló el rumor.

Lo cierto es que funcionarios, sindicalistas y dirigentes sociales; gobernadores e incluso empresarios piden a gritos a Fernández que de un gesto de liderazgo. Fue el mensaje que bajó el Presidente a los gobernadores que este martes tenían previsto volver a reunirse en el CFI -el anterior encuentro había sido hace poco más de diez días- y que están muy inquietos por la crisis política entre la Casa Rosada y el kirchnerismo, y por la escalada inflacionaria que hace estragos en todo el país.

La decisión está en manos del Presidente. Solo él, dicen en su entorno, sabe hasta dónde está dispuesto a avanzar. El problema, agregan, es que cualquier definición que tome -incluso una eventual indefinición- tendrá consecuencias no deseadas. “A esta altura, el mejor escenario es ir a la guerra con el kirchnerismo”, plantean en Casa Rosada, donde reina la incredulidad y todas son expresiones de deseo. 

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