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Cristina Kirchner admite que la estrategia de la “proscripción” fue un fracaso

Es por ello que el kirchnerismo avanza para hallar refugio político y fueros en la Provincia de Buenos Aires, por lo que se prepara para ser candidata a senadora.

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Descacharreo

La insólita y avejentada teoría de la proscripción a Cristina Kirchner no convenció a nadie. Las encuestas que manejan los colaboradores más cercanos de la Vicepresidenta señalan sin dudar que ni siquiera los fanáticos religiosos del ultra kirchnerismo se muestran convencidos de la estrategia que intentó igualarla con Juan Domingo Perón. Tampoco ayudó mucho que Agustín Rossi y Aníbal Fernández, relativizaran en público el mito de la proscripción.

Lo cierto es que Cristina Kirchner fue condenada en diciembre pasado a seis años de prisión por cometer fraude al Estado en la causa Vialidad. El kirchnerismo le facilitó al visionario y emprendedor Lázaro Báez el 86% de las obras públicas de Santa Cruz y lo hizo millonario al mismo ritmo en que los Kirchner se enriquecían. Pero la vice podrá ser candidata a lo que quiera hasta el día en que la Cámara de Casación, y la Corte Suprema, confirmen su condena.

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Y eso podría suceder recién dentro de dos años. La única verdad es la realidad decía Perón. Mientras los kirchneristas distraídos y los activistas que siguen las directivas sin someterlas jamás a una evaluación honesta se emborrachan con el gas paralizante de la proscripción, los dirigentes más realistas han comenzado a trabajar en el próximo objetivo. Cristina Kirchner ya se prepara para la inevitable candidatura a senadora por la provincia de Buenos Aires.

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Para sobrevivir políticamente, el kirchnerismo necesita las cajas bonaerenses. Y la candidatura a gobernador de Axel Kicillof en solitario no alcanza para ganar. Necesitan que en la boleta electoral se destaque, en letras más grandes que las del resto de los candidatos, el nombre de Cristina. “Si ella no está en la boleta, va a costar mucho más llevar a la gente a votar y conseguir fiscales para el día de la elección”, admite un camporista preocupado.

El otro factor que empuja la candidatura a senadora de Cristina Kirchner es la presión de los intendentes del conurbano bonaerense. La mayoría de ellos, aun los que menos la quieren, admiten que con la Vicepresidenta en la boleta el piso electoral desde el cual deben arrancar es notoriamente más alto. Y nadie quiere arriesgarse a una derrota en cada uno de sus distritos en una elección que para el Frente de Todos viene barranca abajo.

El costo que deben pagar los Barones del Gran Buenos Aires es inundar las listas de candidatos legislativos (diputados y senadores nacionales provinciales, concejales en los municipios) con nombres de La Cámpora o kirchneristas que vengan con la bendición de Cristina Kirchner. “Es un costo alto, excesivamente alto, pero mucho peor es perder”, hace el cálculo uno de esos intendentes.

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Lo cierto es que kirchneristas, camporistas y también los seguidores de Sergio Massa en la provincia lamentan el discurso enojado y frenético que Cristina Kirchner dio el 6 de diciembre, apenas supo que la condenaban a seis años de prisión. Es que la Vicepresidenta no solo criticó a los gritos el fallo de los jueces del Tribunal Oral Federal 2. También anticipó que no iba a ser “candidata a nada”.

Sobre todo, porque, ahora, los estrategas de campaña que trabajan con Cristina Kirchner deben encontrar los argumentos para contrarrestar los derrapes de aquel día de nervios y descontrol político. Con la Vicepresidenta en campaña, tendrán que hallar la manera de disimular aquellos errores productos del enojo. Lo cierto es que las señales de alarma se multiplican en el kirchnerismo.

Las encuestas de opinión indican que las posibles candidaturas de Wado de Pedro o Máximo Kirchner no son competitivas en absoluto. Apenas Axel Kicillof emerge del hundimiento general del espacio y se convierte en una alternativa en caso de que vaya acompañado en la boleta con ella como candidata a senadora. El objetivo de llevar a Kicillof y a Cristina en la misma boleta es reforzar como sea la boleta del Frente de Todos.

Creen que la elección a gobernador bonaerense va a ser encarnizada, y que la presencia de Cristina Kirchner puede ayudarlos a retener la Gobernación donde deberían enfrentar al diputado Diego Santilli o algunos de los candidatos que se puedan ver beneficiados si la que triunfa en las primarias de Patricia Bullrich. Son los días en los que Cristina Kirchner comienza a arriar las velas del intento fallido de considerarse proscripta. Y vuelve a las fuentes.

El último viernes de la semana pasada, Cristina Kirchner dio una extensa charla para responderle a los jueces que la condenaron. En la Universidad Nacional de Río Negro intentó recuperar la centralidad. Ese protagonismo que, hasta hace, algún tiempo paralizaba al país. Ese efecto ya no existe. El interés por sus tribulaciones ha ido decayendo y la potencia de la condena judicial hizo el resto.

El peronismo, con un Síndrome de Estocolmo que lleva ya veinte años, sigue sin animarse a confrontar a Cristina Kirchner. La única certidumbre para el Frente de Todos es Cristina Kirchner. Y el peronismo la volverá a ubicar en las boletas electorales porque no tiene opciones más atractivas. Porque es un barco a la deriva y necesita desesperadamente una señal que le permita sobrevivir.

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