Cristina Kirchner prepara una batalla para imponer a nuevos ministros y Sergio Massa, un plan para darle racionalidad a la política económica. En esa línea, Máximo Kirchner busca más espacios de poder y los duros de la vicepresidenta alientan la radicalización de la economía. No en vano, la pelea se reflejó como un iceberg en los actos públicos. Cristina Kirchner retó al Presidente y le pidió que ponga “orden” en la Casa Rosada.
Luego, Alberto Fernández habló de deslealtad y afirmó que el Presidente no va a “traicionar” a Cristina, Máximo y Massa. De hecho, durante el transcurso de las últimas semanas hubo nuevamente cruces fuertes entre el Presidente y la vice. Y es que Cristina había dejado transcender su malestar por los errores del Presidente. Así lo dijo: “Alberto no para de hacer cagadas”.
El Presidente se enteró de inmediato. La cuestión provocó otro cortocircuito. En un diálogo directo entre ambos hubo reproches mutuos y Alberto Fernández volvió a jugar al límite. Cristina Kirchner le habría dicho que se deje de amenazar. Al mandatario nacional le irrita la constante actitud de la vice, que erosiona su imagen de Presidente. La titular del Senado retruca: Alberto Fernández se desgasta solito.
De hecho, dicen que se utilizaron palabras fuertes y que todo obligó a una inusual negociación entre ambos. En ese sentido, Máximo Kirchner, Sergio Massa y Wado de Pedro fueron los componedores de la última disputa al máximo nivel. La pelea terminó en ese insólito discurso presidencial: un inesperado compromiso público de que no la iba a traicionar. Pero las apuestas para el futuro del Gobierno continúan.
Y es que Cristina Kirchner quiere ver rodar cabezas y en el futuro políticas más activas desde la Jefatura de Gabinete y el Palacio de Hacienda. El ministro Martín Guzmán tiene el pleno aval de Alberto Fernández. Pero dejó de tener el apoyo de la vicepresidenta, así como de Máximo Kirchner y el propio Sergio Massa. Martín Guzmán es víctima de esas peleas políticas y la ola de intrigas y desconfianza que se adueñó del propio Gabinete.
A todo esto, entre los hombres de negocios circulan innumerables versiones de futuros candidatos a ocupar el Ministerio de Economía. Mientras tanto, Martín Guzmán contraataca: dice que son operaciones interesadas y los hombres de negocios temen por la posibilidad de que el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, a través de un delegado, tome el control del Palacio de Hacienda.
Por otro lado, los hombres de negocios creen que estas peleas se van a acentuar. El mismo diagnóstico tienen en Wall Street. No en vano, Alberto Fernández endureció el discurso contra los hombres de negocios. Es un fruto de las intrigas con la vicepresidenta. La pelea ideológica con el campo surge de la miopía política del Frente de Todos. También, de las vetustas ideas que enarbola Cristina Kirchner.