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Crónica de “la decisión más difícil” en la vida de Gallardo donde el corazón superó a la razón

El Muñeco confesó que hace una semana tenía ganas de agarrar su hijo “Benjamín e irme a casa y sentirme en paz”. ¿Qué lo hizo cambiar?

gallardo en pleno festejo de river
Gallardo en pleno festejo de River. Foto: AFP
Descacharreo

Pasaron trece días desde que Marcelo Gallardo anunció que merecía replantearse su continuidad. Sucedió inmediatamente después de la consagración en el campeonato local tras la goleada a Racing en el Monumental. Y desde ese día puso en vilo a todo el planeta riverplatense. No se hablaba de otra cosa. Hasta que el propio Muñeco, en una conferencia de prensa en el RiverCamp de Ezeiza, este miércoles al mediodía, puso fin al misterio.

Gallardo masticó su decisión durante varios días y fueron claves esas tres jornadas libres de la semana pasada, sobre todo después de que lo vieron con poca energía en Rosario, donde River jugó contra Central, a tal punto que no salió de su habitación para ir a almorzar al salón del hotel, el día del partido.

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Los momentos de introspección llegaron una vez que pudo estar en soledad en su casa. Ahí -por más que no haya podido parar del todo, porque la competencia seguía- la adrenalina bajó. Continuaba pensativo. Y no le dio señales del rumbo que podía tomar ni a las personas más cercanas.

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Con el correr de los días, afloraron los sentimientos. El corazón le ganó a la razón. Y el hilo emocional que el Muñeco tiene con River no se cortó. Estaba –y está- más fuerte que nunca.

“Necesitaba hacer una reflexionar y decidir qué era lo que iba a hacer. No tuve mucho tiempo, pero elijo seguir estando. Es una elección. Más allá de lo que viví y de lo que sentí. Vale la pena y merezco por lo menos seguir estando un año más. Recién anoche terminé de meditarlo y de decidirlo. Entonces, necesitaba comunicarlo. Se lo dije primero a Enzo Francescoli y a Jorge Brito, y después a mi plantel y a mi cuerpo técnico. No quería que pasara más tiempo”, contó Gallardo sobre su decisión.

Después de haber logrado el título en la Liga local, Gallardo estaba más para irse que para quedarse. Lo admitió el propio técnico. “Ese día hubiera agarrado a Benjamín e irme a casa y sentirme en paz”, admitió. Benjamín es su hijo más chiquito, que tiene dos años y medio. La posibilidad de ir a descansar y disfrutar a tiempo completo de su hijo más pequeño y de su familia, estuvo muy latente. Y tal vez, como marcan desde su círculo íntimo, hubiera sido lo más razonable. Porque, además, se cumplía su contrato y él se quedaría hasta el último día, tal como prometió.

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Gallardo con su pequeño hijo.
Foto Juano Tesone
Gallardo con su pequeño hijo. Foto Juano Tesone

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para evaluar. Y el peso de que muchas personas estuvieran involucradas en su decisión también estaba en la balanza. No solo su cuerpo técnico, cuya mayoría de sus integrantes depende de él, sino toda una institución.

La nueva dirigencia (si bien es la continuidad del actual oficialismo, no deja de haber un nuevo presidente), con Jorge Brito a la cabeza y el regreso de Matías Patanian a la vicepresidencia primera, esperaba contar con un respaldo del Muñeco, para arrancar con paso firme. El post Gallardo en un nuevo comienzo hubiese sido muy difícil. Pero no lo presionaron, lo dejaron tranquilo y siguieron trabajando.

Los jugadores, quienes están acostumbrados y moldeados por el estilo Gallardo y tienen incorporada una cultura de trabajo, basada en la exigencia, el respeto, el sentido de pertenencia y una idea de juego con una propuesta de protagonismo y una búsqueda incesante de títulos. Por caso, Franco Armani había reconocido que “va a ser muy difícil seguir sin Gallardo”. Internamente, varios de los futbolistas sentían que, por cómo les venía hablando, que podía llegar a irse. Y ellos, a su manera, le pidieron que se quedara. “Gallardo es de River, de River no se va”, le cantaron como si fueran hinchas en el festejo íntimo del plantel el lunes a la noche. “Esa situación lo conmovió”, admitió una persona cercana al entrenador.

Gallardo y la única copa que le faltaba. Foto: Alejandro Pagni
Gallardo y la única copa que le faltaba. Foto: Alejandro Pagni

los hinchas. Que estaban en vilo y no podían dormir esperando el anuncio de Gallardo. Que preguntaban a cada rato qué pasaba con el Muñeco. Que estaban atentos a las redes sociales y que pegados a la televisión para escuchar al ídolo. Y muchos de ellos hasta se acercaron al predio de Ezeiza para palpitar la definición. Y festejaron como un campeonato más el anuncio.

No quería que los hinchas tuvieran angustia. Tengo palabras de agradecimiento a todo el cariño que ellos me brindan. Nada de lo que pueda llegar a decir va a tener significado. Sí les digo que garantizo el compromiso de seguir estando para seguir trabajando como lo hemos hecho y el valor que eso tiene para mí. Los siento muy míos y elijo seguir estando”, expresó Gallardo en referencia a las muestras de cariño de los hinchas. Y con respecto a la fiesta de este jueves, por el tercer aniversario de la final que su equipo le ganó a Boca en Madrid, dejó un mensaje: “En un día especial, espero que sigan teniendo su fiesta y desearles que estén tranquilos. Vamos a empujar para que esto siga funcionando”.

Antes de dar la conferencia de prensa, que fue convocada de improviso cerca de las once y media de la mañana a través de un mensaje de WhatsApp de Matías Ghirlanda, el jefe de prensa del plantel y el cuerpo técnico, Gallardo estuvo reunido un con Juan Berros, su representante y con el presidente saliente, Rodolfo D’Onofrio.

Gallardo habló y puso en vilo no solo a River. También, al país. Hasta le sacó parte de las tapas y los títulos de los portales a Boca, que juega una final. En los próximos días planificarán el 2022, con la llegada de refuerzos y el desafío de ir nuevamente por la Copa Libertadores. Ya habrá tiempo para esas cosas. El Muñeco anunció “la decisión más difícil de su vida”. Ahora, River sabe que lo disfrutará al menos por un año más. A su líder. Al hombre que lo transformó deportivamente. Y lo festeja como si fuera un título. Es lo que vale. O tal vez, mucho más.

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