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Cura acusado de de abuso sexual: “Pusieron testigos falsos en mi contra, ni hubo pruebas”

El cura Molina, sancionado por la Iglesia Católica, se defiende de las acusaciones de abuso sexual.

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El sacerdote Daniel Molina, de la corriente de curas sanadores o carismáticos, generó un verdadero estrépito dentro de la Diócesis de la Santísima Concepción al renunciar a la Iglesia Católica Apostólica y Romana e incorporarse a la Iglesia Vetero Católica Apostólica. Lo hizo luego de que, al final de un proceso administrativo canónico, fuera sancionado con 10 años en el ejercicio de su ministerio.

La decisión la instrumentó el obispo José Antonio Díaz al final de una investigación eclesiástica que respondió a denuncias por presuntos abusos sexuales en su contra. Molina niega las acusaciones y está dispuesto a recurrir a la justicia ordinaria con el fin de dejar en claro su situación. Envalentonado por los apoyos que recibe, sostiene que lejos de amedrentarlo las advertencias de “excomulgación” que le formularon los obispos tucumanos (por el cisma que causó) ahora está dispuesto a luchar por su “verdad” hasta las últimas consecuencias. Al mismo tiempo incrementó su despliegue en el sur con oficios diarios en distintas comunidades. El “cura sanador”, que se desempeñaba como capellán del Hospital Regional “Miguel Belascuaín”, sigue ahí pero cumpliendo tareas administrativas. Allí conversó con LA GACETA

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– ¿Cuál es su descargo ante las acusaciones y condena que recibió?

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– Hubo un proceso canónico, administrativo, que nada tiene que ver con lo penal ni civil. Cuando en diarios y redes se pone eso de abuso sexual y otras cosas que se comentan, en realidad no se ajusta a lo que hubo dentro de esta investigación. Y todo esto quedó dentro de la Iglesia qué resuelve que hacer con la persona que ha incurrido supuestamente en un delito. Las consecuencias de ese proceso son los 10 años de suspensión. Solo puedo oficiar misa para mí, sin gente. Es decir que no puedo estar con las víctimas, mis fieles, y tengo que permanecer en silencio, encerrado. Así fue que pasaron seis meses y tuve la oportunidad de ingresar en este nuevo grupo de religiosos que tienen rituales con características más o menos parecidas a las de la iglesia tradicional.

– ¿Y cómo lo considera al proceso canónico que tuvo?

– Este comenzó el año pasado con las declaraciones de cinco o seis testigos que los considero falsos y que los pusieron para ir contra mí. Es que no hay ni hubo ninguna prueba que acrediten las acusaciones. Cinco personas fueron a testificar: cuatro mujeres y un varón. Se presentaron como testigos en mi contra. Es un proceso en el que hay un juez que solamente es lo que él dice contra lo que yo digo.

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– Concretamente, ¿cuál fue la acusación?

– En el proceso administrativo se me acusó de que yo quise abusarme de alguien en el sacramento de la confesión. En realidad que intenté tocar o insinué cosas. Es el tema medular. Los denunciantes en el proceso exageraron aún más de lo que dijeron primero. Eso provocó que el problema se hiciera más grande. La cuestión es que en la confesión están dos personas solas. Y yo ni nadie puede salir y contar lo que quiera afuera. Así se buscaron testigos y un juez tomo nota de lo que dijeron. Yo puse otros. Y después un tribunal de sacerdotes concluyó que yo estaba en falta y por eso recomendaron que me suspendieran.

– ¿Cómo explica usted que se lo haya sancionado?

– En el fondo de la cuestión hay cosas que tienen que ver con los celos de otros sacerdotes ante mis convocatorias. Desde que yo ingresé en la diócesis mucha gente comenzó a concurrir a las misas que yo celebro. Entonces aparecieron los celos porque el padre Daniel llenaba iglesias, mientras otras estaban vacías. La gente va porque se siente bien en los oficios que yo celebro. Por eso continuo por este camino y sigo teniendo mucha convocatoria.

– ¿Qué paso piensa seguir ahora?

– Los que denunciaron se escondieron. Pero ya va a salir a luz la verdad porque voy a iniciar un trámite judicial por calumnias e injurias contra todos los que intervinieron en este proceso. Tienen que llevar pruebas de lo que dijeron. Una cosa es decir y otra demostrar. La Iglesia, por su parte, si consideró que lo mío era algo grave tiene que haber llevado también el caso ante la justicia y debía estar preso, por lo que dijeron que soy un abusador. Vamos a iniciar un camino para revertir todo lo que se me ocasionó

– ¿Qué opina de la advertencia de la Iglesia?

– Hay un código del derecho canónico que establece las pautas de cómo obrar en ciertas circunstancias y la iglesia se guía de eso. Si el padre está violando las normas queda excomulgado. Yo respeto lo que dice la iglesia en su derecho canónico. Pero al renunciar me tiene sin cuidado. Además dentro de la iglesia hay cosas peores que no se denuncian. Escuché que el obispo Díaz dijo que la iglesia sangra por la herida porque yo fui rebelde en esta situación. Sin embargo hay también sangrado de la iglesia cuando curas y obispos tienen situaciones irregulares. Sacerdotes que tienen hijos que no reconocen. Hay cosas que puedo decir ahora porque estoy afuera.

– ¿Cree que la advertencia de la Iglesia a fieles impactará en su convocatoria?

– Se formularon amenazas a la gente. Se trata de meter miedo diciéndole que va a quedar excomulgada. Pero escuché a muchas personas que me dijeron que van a ir igual, que me van a seguir apoyando. Es que es algo personal. No le puedo decir a nadie que no vaya porque le va a pasar esto. Hay mucha gente católica que va a los templos evangelistas y no pasa nada. Ayer fueron muchos fieles a pesar de las amenazas. Es que va a ir donde se sienta bien.

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