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El kirchnerismo contrae deudas financieras y de credibilidad

Un contexto “tribunero” más que de definiciones concretas

martin guzman y alberto fernandez 940312
Martín Guzmán - Alberto Fernández
Descacharreo

Argentina es de los países que más negociaciones va llevando con el Fondo Monetario Internacional (FMI) desde el inicio de la democracia a ésta parte, lo que diagnostica, basados en los hechos, que el problema es nuestro al momento de llevar adelante las negociaciones. El kirchnerismo históricamente “pinta” al FMI como un monstruo que chupa la sangre de países emergentes, victimizando a las gestiones, mientras sean peronistas, poniendo toda la “maldad” del lado extranjero, en un organismo capitalista que presta dinero a países pobres que le piden un salvavidas.

La realidad es que el FMI está compuesto por 190 países desarrollados, ordenados y sustentables, dónde el principal requerimiento de negociación de deuda es que Argentina ordene sus cuentas. En éste contexto, solicita un ajuste controlado y a largo plazo, visión que para el oficialismo ya es complicado de por sí dado que el kirchnerismo, en manos de Alberto Fernández y bajo la conducción económica del ministro de Deuda, Martín Guzmán, aún no le presentó a los argentinos, ni a la oposición, un plan económico ni de gobierno.

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El kirchnerismo maneja dos deudas, una es la internacional financiera, y otra es la de credibilidad hacia los ciudadanos, lo cual es la base de sustentación para entender la primera. Ante este escenario de desconexión con la realidad, a la que Cristina Kirchner nos tiene acostumbrados una vez más y desconoce la importancia de honrar la deuda de Argentina con el Fondo, lo cual es, en términos reales y serios, lo peor que podría hacer el gobierno de cara a cualquier posibilidad de futuro.

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No presentar cuánto antes un acuerdo no es una opción, ya que después de 90 días de incumplido el plazo cercano, además de dificultar la perspectiva de salida de éstos procesos, corta toda posibilidad de préstamo con el Banco Mundial, Club de París e incluso China, quién ya anticipó que, sin acuerdo de Argentina con el FMI, no hay ninguna línea de préstamo posible a futuro.

El Gobierno, mediante la negociación de Guzmán, quien ya mostró una clara ineptitud hace 19 meses fracasando en la negociación con acreedores privados, no generó a la Argentina ninguna mejora en los números del Riesgo País, alcanzando los 1.753 puntos en el año 2019, y luego de la intervención del buen alumno Guzmán, estamos en 1.970 puntos. La realidad de los números. Claramente, estas semanas nos enfrentamos a un laberinto sin salida. Hay que acordar con el FMI.

El tema central por el cual los argentinos hoy nos encontramos en ésta situación es la cantidad de pesos que hay en el mercado por causa del déficit fiscal que empuja al dólar: en 2019 fueron 7 puntos del PBI por emisión monetaria, en 2020 casi 5 puntos del PBI para financiar un déficit fiscal y así suplir la falta de préstamos extranjeros, debido a las deudas con los mercados internacionales.

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Argentina gasta más de lo que recauda, y suplir esos gastos con emisión es la causa de los desastres económicos que nos ocupan, en lugar de poner las energías en la industria y el desarrollo, propio de países capitalistas y libres, entendemos que la única salida de éste círculo vicioso es la producción. En Argentina los dólares entran por las exposiciones, que en éste país están tres veces por debajo de lo que deberíamos exportar para ser una nación económicamente estable.

¿Cómo lo juzgará la historia a Alberto Fernández? Sobre todo, en un país donde la memoria es, históricamente, una deuda más, pero de la sociedad a sus gobiernos. Auditemos a los gobiernos basándonos en cómo resuelven las crisis, y recordemos cuántas de éstas suceden por malas decisiones electorales. Argentina es el único país que tropieza dos veces con sus mismos verdugos.

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