“Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”, bravuconeó el 7 de noviembre pasado el ex intendente de Banda del Río Salí, Darío Monteros, ya con el traje puesto de ministro del Interior, en el flamante gabinete del gobernador Osvaldo Jaldo. El axioma tribunero del bandeño “arrastra” las influencias de su líder, Juan Domingo Perón quien, en agosto de 1943, en un discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, planteó por primera vez una de sus frases emblemáticas, repetidas hasta el hartazgo por sus herederos políticos, aunque pocas veces cumplida:
“Creo que las reivindicaciones, como las revoluciones, no se proclaman, se cumplen sencillamente. Y ese cumplimiento que nos llevó siempre a preferir los realizadores a los teorizantes, fue la consigna rígida a la que ajustamos nuestra acción estatal. He sido fiel a ella, porque entiendo que mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”. Monteros parafraseó a Perón hace tres meses en referencia al uso oficial que tendría el avión sanitario de la Provincia durante la gestión de Jaldo.
Y lo hizo en un intento por diferenciarse de José Alperovich y de Juan Manzur, muy cuestionados por el uso abusivo, discrecional y privado que le dieron a esa aeronave. “Ahora el avión sanitario cumple esa función en un 100%. Gobernador y funcionarios tomarán vuelos comerciales. Las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra”, promesó el ministro. Y al final no fue el 100%. Justamente de esto, se comienzan a hacer eco los medios nacionales de Buenos Aires.
En esa línea, el periodista Mauro Federico de Radio 10, expresó que “reparé en una nota que se había publicado en Tucumán que tiene que ver con una promesa que hizo el actual gobernador Osvaldo Jaldo, quien había dicho que no iba a usar el avión sanitario de su provincia. El otro día habló sobre los vuelos que están realizando los aviones que forman parte la dirección de aeronáutica sanitaria que tiene la provincia en el sistema de salud”.
Acto seguido, agregó que Jaldo “dijo que todos los viajes sanitarios que siempre dejaron pacientes y que hoy depende del ministerio de salud y que si hubiera algunos asientos libres y no se entorpeciera la entrega del paciente de acuerdo a los criterios clínicos, podrán viajar también funcionarios públicos en el mismo vuelo a fin de evitar gastar dinero en pasajes en los vuelos comerciales”.
Al respecto, señaló que Jaldo “de algún modo lo que termina haciendo es utilizar el avión que tiene la provincia de Tucumán para fines sanitarios y también para el tratado de funcionarios y se justifica diciendo que la prensa confunde, evidentemente no se comparece con lo que dijeron durante la campaña ya que el avión, dicen es sanitario 100%, pero a pesar de esta promesa del Ejecutivo provincial, la aeronave de Tucumán realizó distintos vuelos de Estado”.
“Y lo hizo trasladando tanto al ministro del interior, Darío Monteros, además de haber llevado a los diputados nacionales Gladys Medina, Elías Fernández de Mansilla y Agustín Fernández, los tres diputados tucumanos que votaron a favor de la ley ómnibus y que luego partieron el bloque de Unión por la Patria”, finalizó el periodista Mauro Federico.
Al parecer, a las palabras se las lleva el viento. Más que un lugar común es una antigua imprevisibilidad de la política, que hace que la palabra de los hombres valga nada. Pero cuando proviene de un funcionario hace que todo valga más nada: las leyes, la seguridad jurídica, los proyectos, las aspiraciones, los ideales, el mañana. Sin la palabra empeñada no hay futuro. Pero eso no es todo.
Y es que un Estado con el peso demográfico, político, económico y estratégico de Tucumán debería contar con una flota de unos cuatro aviones y helicópteros para distintos usos oficiales, desde acudir rápido a una reunión trascendente, apagar incendios, o asistir urgencias sociales y sanitarias, hasta pisar más fuerte en agendas nacionales e internacionales. El problema es que, en esta desvencijada idiosincrasia tucumana, su utilización está sujeta a caprichos feudales y rústicos, como en su momento Alperovich usando el avión para ir a ver un partido de Atlético en otra provincia.
