Vacunación Dengue

En lugar de soluciones, el kirchnerismo sólo busca excusas y culpables para la crisis

El Gobierno nacional salió a hablar de “desestabilización” y “maniobras golpistas”, como hizo cuando impuso el cepo al dólar en 2011.

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Alberto Fernández y Cristina Kirchner
Vacunación Dengue

Es tal la inoperancia y la sensación de vacío de poder, que Alberto Fernández y Cristina Kirchner no pudieron disponer ninguna medida inmediata después de reunirse durante más de tres horas el sábado pasado en la Quinta de Olivos. La tensión volvió a dominar la mayor parte del encuentro y la Vicepresidenta mantiene su obsesión de culpar al Presidente por su situación judicial.

Se aproxima un pedido de condena con prisión efectiva del fiscal Diego Luciani en la causa Vialidad y esa circunstancia la tiene al borde un ataque de nervios permanente. Cristina insiste con ampliar el recambio en el gabinete, pero no se ponen de acuerdo en la magnitud de la reestructuración. Allí es donde aparece el planteo de Sergio Massa de reducir a doce la cantidad de ministerios y darle a la sociedad algunas señales de racionalización del gasto.

Asistencia Pública

El resultado, por ahora, es la inacción. El único punto de coincidencia es utilizar el recurso gastado de la victimización. Tanto el Presidente, como algunos referentes del kirchnerismo, salieron en las últimas horas a acusar al campo y a la oposición de esconder posturas golpistas. Arrancó Alberto Fernández y fue como si pasara una brisa: “Hay que enfrentar a los que especulan con el dólar y guardan 20.000 millones en el campo, no los liquidan y esperan mejor rentabilidad”, dijo.

Movilidad

Después lo siguieron algunos personajes menores. La más pintoresca fue la senadora Juliana Di Tullio, quien primero retuiteó un video posteado por un periodista en el que mostraba silobolsas tomadas desde un drone sobre la Ruta 2 en pleno territorio bonaerense. El caso es que no se trataba de soja escondida por especuladores agropecuarios, sino que era girasol de una empresa que lo procesa desde hace quince años.

La senadora insistió horas después con otro castigo original para la especulación en dólares. En este caso, al menos, solo se expresó de forma verbal y se ahorró embarcarse en otra fake news. “Falta acción: yo quiero ver cómo está la Policía Federal en la puerta de cada cueva”, se entusiasmó. En la tarde del domingo, fue el bloque de diputados del Frente de Todos el que salió a denunciar su repudio a supuestas “maniobras y expresiones de neto corte golpista”, a una “brutal corrida cambiaria que pretende una devaluación de la moneda” y a “dirigentes políticos y operadores mediáticos planteando el adelantamiento de las elecciones”.

Después llaman a la responsabilidad institucional de la oposición. Un clásico de la paranoia para invertir la carga de la prueba y ocultar el verdadero drama de la falta de gestión. Como si los fantasmas de aquella batalla con el campo en el 2008 pudieran volver, uno de los opositores más duros de esos días fue quien les respondió otra vez con dureza. La paradoja del gobierno de Alberto y Cristina es que las mayores advertencias de resquebrajamiento político no vienen de afuera sino desde las mismas entrañas del peronismo.

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Con ese panorama desolador llegó el domingo Silvina Batakis a Washington. Debe reunirse con Kristalina Georgieva y decirle que la Argentina no cumplirá con las metas de déficit fiscal, de emisión monetaria y de inflación con las que Martín Guzmán se había comprometido hace apenas seis meses cuando se firmó el acuerdo con el FMI. Tampoco deberá decirle que tiene el apoyo irrestricto de Cristina porque en el FMI también saben perfectamente que la Vicepresidente no ha hecho en tres semanas un solo gesto de apoyo.

Cristina esperará a que logre calmar los mercados alterados. Y si el dólar continúa su ascenso loco entre las nubes, acelerará los movimientos para buscarle un reemplazante. Alberto, Cristina, Batakis. Todos saben lo que tienen que hacer, pero no lo hacen. Simplemente, porque no quieren pagar el costo. Porque creen que aún se puede alimentar el fuego eterno de la irresponsabilidad. O porque lo que el Gobierno tiene que hacer para evitar la colisión inevitable tiene un nombre horrible y se llama ajuste.

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