Cuando los libros se transforman en herramientas y la chatarra en innovación, se produce una revolución que merece atención y aplausos. En la Escuela Técnica Profesor Rafael Marino, la educación no es solo leer libros y asistir a clases. Desde hace más de diez años, el profesor Miguel López ha estado liderando un verdadero cambio en la manera en que los estudiantes aprenden electrónica, y lo hacen a través de algo que ellos llaman el “aula maker”.
Imagínate estar en quinto, sexto o séptimo año y no solo estudiar teoría en clase, sino también construir cosas reales en un laboratorio. Eso es lo que hacen Lucas González, Valentino Carrió, Pablo Valdez y Maxi Colombres. Además de resolver ecuaciones y aprender de fórmulas, están arremangándose y metiendo las manos en la electrónica.
Al respecto, Pablo contó emocionado: “La última movida que hicimos fue construir impresoras 3D a partir de chatarra electrónica. Usamos CPUs viejos y usamos los motores de CD de estos cachivaches para armar los ejes de nuestras impresoras. Así, reutilizamos lo que otros consideran basura y lo convertimos en algo valioso. Además, rescatamos un montón de componentes caros y los pusimos al alcance de todos”.
La experiencia de estos estudiantes nos enseña que aprender con las manos en la masa es mucho más efectivo. ¿Y saben qué? Su impresora 3D, que han bautizado “Nuñez” en honor a un antiguo director de la escuela, no solo está cambiando la forma en que ellos aprenden, sino que también está haciendo el bien en la comunidad. Están fabricando juguetes y objetos útiles para quienes más lo necesitan.
No se trata solo de la impresora. A lo largo de los años, estos estudiantes han llevado a cabo diversos proyectos que van desde un cartel electrónico en el Hotel Atahualpa Yupanqui hasta una incubadora de huevos y una máquina para secar hierbas aromáticas. Están abordando problemas reales y encontrando soluciones prácticas que benefician a la sociedad en su conjunto.
Además de ser supercreativos, este enfoque práctico también les está abriendo puertas en el mundo real. Se sabe que estos estudiantes ya están haciendo contactos con empresas que les ofrecen pasantías y experiencia en el mundo laboral. Volvemos a repetir: Aquí, la educación se ha transformado en acción, la chatarra se ha convertido en innovación, y los libros se han vuelto herramientas.
Estos estudiantes y su profesor han demostrado realmente que la educación puede ser emocionante, práctica y hacer una diferencia real en la sociedad. Están construyendo un futuro mucho más brillante, uno donde el conocimiento y la creatividad tienen el poder de cambiar el mundo.