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Feletti admitió que perdió la cruzada contra la inflación

Desde que llegó al cargo de secretario de Comercio Interior, solo hay más inflación. Nunca controlaron nada, solo empeoraron todo. Debería renunciar para dejar de ser otro funcionario que no funciona.

roberto feletti, secretario de comercio interior
Roberto Feletti
Descacharreo

Roberto Feletti debería renunciar. Si está clarísimo que ya perdió la batalla contra los precios mucho antes de que él mismo lo admita. El enemigo no son la carne, el tomate, la papa o las verduras. El enemigo es la farsa desde el día en que él asumió porque siempre supieron que los controles no iban a funcionar.

Porque fue un show de meter miedo a ese cuco que aman inventar, de los llamados formadores de precios cuando saben que están por chocar la calesita o porque básicamente en medio de la campaña electoral del año pasado tenían que culpar a alguien por el desastre que hicieron con tanta inutilidad.

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¿No era Feletti el topo que iba a revisar costos y márgenes de ganancias? ¿No era ese el método perfecto para lograr que el pueblo pueda ir a una góndola y elegir el producto que le gusta? Debería aceptar que desde el día en que dijo esas palabras sabía que no se puede controlar todo, como reconoció alegremente ahora, cuando las papas queman y sobre todo están más caras.

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Entre las incoherencias y delirios cotidianos una de esas preguntas evidentes de lo que más que administración económica es un desaguisado, es por qué vuelven a apelar a controles de precios cuando ya saben que no funcionan. Porque, en principio, no funcionó nunca. Ni antes, ni después, ni ahora. Pero… ¿Son simplemente estúpidos que buscan solucionar un problema reincidiendo en el error? Y no.

En realidad, son perfectamente conscientes de que no van a lograr resultados. Pero como subestiman a la gente creen que con el circo de la mano dura contra los precios, de la persecución al empresario, de la intervención en lo poco que queda del mercado, los van a convencer de que hacen algo y sobre todo de que la culpa es de otro.

Cuando el fraude de fondo, es que saben perfectamente -por suerte, sabemos perfectamente-, que eso no va a funcionar. En ese momento, cuando asumió Roberto Feletti, el montaje obedeció más que nada a que se veían venir una catástrofe electoral. Y quisieron sobreactuar que les importaba.

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Y Cristina Kirchner hizo lo que sabe hacer a la perfección, usar cualquier problema candente para sumar poder en áreas clave y poner uno de los suyos. La gente de a pie siempre entendió que todo no era más que una pobre farsa. Y es que no sólo no movieron la aguja de los votos. Sino que nunca controlaron los precios.

Sólo empeoraron todo, porque ya sabemos que la falacia de congelar un precio es sólo sumar una distorsión a un aquelarre de distorsiones, y sumar confusión sobre todo, para que no se note tanto que no tienen la menor idea de cómo solucionar el problema de la inflación, pero que además no tienen la menor intención de hacerlo.

Porque si hubieran tenido la intención de echar un poco de agua y no nafta al incendio no hubieran acelerado la maquinita como lo hicieron. Después de las PASO llevaron a niveles enloquecidos la emisión, cuando ya veían el árbol de frente, llegaron a confesar en plena campaña electoral que había que repartir platita.

Y ahora que tenemos una friolera de 4,9% de aumentos en alimentos y bebidas en un solo mes, la culpa tampoco es de ellos. Para este gobierno, para el kirchnerismo, ahora y antes, todo es en realidad nada más que un pretexto para más controles. Para asfixiar más a la gente. A los que trabajan y producen.

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