El presidente Alberto Fernández plantea un dilema cuyas salidas son brutalmente crueles. Otra vez habla de número de muertes, cuando ya pasamos las 55.000, y con eso justifica 19 millones de pobres. Se trata de 3 millones de nuevos pobres, razón por la cual, no debería volver a la falsa dicotomía del año pasado, que le significó a la sociedad argentina en su totalidad una de las tasas más altas de muertos y de pobres.
En ese sentido, el Gobierno nacional deberá entender que las razones de por qué la pobreza aumentó fueron, entre otras, las que tienen que ver con la extensión de la cuarentena durante el 2020, el cierre de comercios y pymes que afectó directamente a la clase media, y el impacto que tuvo la pandemia en la educación. El mundo entero sufrió la pandemia, pero nuestra economía fue una de las que más cayó: sufrimos el doble de impacto que el promedio de Latinoamérica.
Además, la clase media se vio destruida debido a que cerraron miles de comercios, se perdieron empleos, los prestadores de servicios se quedaron sin demanda. Hubo meses sin trabajar, y cuando se pudo volver a la actividad nuevamente, con un ritmo mucho más lento, se encontraron con nuevos impuestos y un aumento a los Ingresos Brutos, como si nada hubiera pasado. Ese es uno de los motivos reales del aumento de la pobreza.
Como si todo esto fuera poco, la pérdida de más de un año de educación, que significa una pérdida de horizonte para las nuevas generaciones capaces de entrar al mundo del trabajo y del emprendedurismo. En ese marco, cabe mencionarse que las mujeres que trabajaban en tareas domésticas también perdieron masivamente sus empleos, un sector que en su gran mayoría pertenece al estrato más bajo de la pirámide de ingresos.
También, cabe mencionar que las barreras ridículas como la doble indemnización, que no frenó el aumento de 2 millones de nuevos desocupados y que impiden la reactivación laboral. Múltiples barreras legales y operativas que impiden la creación de empleos. Además de ello, la suba permanente de impuestos, que impiden reabrir negocios cerrados por la pandemia y condenan a las familias a consumir ahorros.
Viendo y considerando que todo indica que el kirchnerismo pretendería beneficiarse de la creación de nuevos pobres en la Argentina, seguramente no apostará a aplicar medidas correctas como las de facilitar la contratación, apostar al trabajo y no a más planes y más transferencias. Justamente, la salida a la que pretende apostar, sobre todo, el kirchnerismo más duro con la vicepresidenta a la cabeza.
Al respecto, Fernández, debería seriamente repensar sus prioridades como primer mandatario. Y es que le dedica 10 horas por día a ocuparse de los problemas judiciales de Cristina Kirchner, por lo que cabe preguntarse: ¿Cuánto tiempo dedica a ocuparse de la pobreza, la desocupación, a entender las trabas que tiene la Argentina? Le resulta más cómodo no romper los esquemas fracasados y repetir todo lo que ya fracasó porque no tiene el coraje de cambiar.
