Todo se encuentra listo para que durante el transcurso de esta semana, más específicamente mañana martes, se le de media sanción al proyecto de ley conocido como impuesto a la riqueza. Un fastuoso título como el de “Ley del Aporte Solidario y Extraordinario de las Grandes Fortunas”, no quita que se trata de una iniciativa polémica que los especialistas en tributos advierten que será negativo en caso de que se convierta en normativa.
En ese sentido, los tributaristas aseguran que se trata de un proyecto de ley confiscatorio, anti inversión y expulsor de empresarios. Para colmo, las modificaciones introducidas en el dictamen ampliarán el alcance del nuevo tributo, por lo que abarcará a más personas de lo que se creía en un primer momento. Es por ello que Máximo Kirchner convocó a una sesión especial ya que quiere darse el lujo de aprobar esta medida justo en el día de la militancia.
La realidad es que este impuestazo permanecía cajoneado por parte del ala menos irracional del Gobierno nacional, consciente de que no hará más que ahuyentar las pocas inversiones que existen en el país, más las que podrían llegar alguna vez. Sin embargo, el kirchnerismo se encuentra molesto por las medidas de ajuste que tendrán lugar cerca de fin de año y que forman parte de lo requerido por el FMI para aceptar reestructurar la deuda argentina.
La realidad es que desde el kirchnerismo aseguran que se trata de un impuesto para que los ricos pongan dinero en este momento para los sectores de menores recursos. Sin embargo, este argumento no es más que una cortina de humo para evitar tener alguna incomodidad con estos sectores militantes frente al importante ajuste que se está haciendo en la economía nacional, sobre todo en el sector de los jubilados.
Cabe recordar que los países modernos, cuando analizan un impuesto, si ven que los efectos negativos superan los beneficios, no lo aprueban. Y es que este impuesto producirá un círculo vicioso: menor inversión, menor empleo, menos consumo, menos actividad económica, más pobreza, más planes sociales, más gasto público. Lo que desconoce el oficialismo es que la única forma genuina de crear empleo es con inversiones, y este impuesto las aleja y desmotiva.
Se trata de un verdadero repelente de la inversión y arrastra y potencia los problemas del propio impuesto sobre los bienes personales. Y es que, por ejemplo, no tiene en cuenta las deudas asumidas quizás para mantener una inversión en un año tan difícil para la economía. Lejos de lo que piensa el kirchnerismo, este impuesto tendrá un costo mucho más alto del que se cree y sus efectos afectarán como siempre a los que menos tienen. Esto se debe a que, la creación de puestos de trabajo es lo que debería preocupar a los integrantes de la coalición gobernante. Sin embargo, dado que la generación de empleo debe ser el principal objetivo de todos, este proyecto de ley terminará profundizando el problema. No en vano, los especialistas analizaron que, en definitiva, se trata de un impuesto ideológico y nada bueno puede surgir de ahí.
