“Ratificar” la pertenencia a Juntos por el Cambio decía el borrador de la convocatoria a la Convención Nacional que Gerardo Morales mandó por chat a sus aliados. De inmediato recibió el veto de Facundo Manes, su “amigable” competidor por la casaca de presidenciable en la UCR. Lo hizo a través de su hermano Gastón, quien ya se aseguró los votos para ser elegido el próximo viernes, en La Plata, al frente del cuerpo que deberá definir en 2023 el programa y la política de alianzas del partido. Y le torcieron el brazo al jefe del Comité Nacional: el órgano ejecutivo.
No fue una discusión sencilla, pero finalmente la agenda a tratar no menciona a Juntos por el Cambio, y el punto 11 llama a “ratificar la vocación y la voluntad política de la Unión Cívica Radical de fortalecer una coalición opositora amplia al oficialismo nacional, basada en acuerdos programáticos y en denominadores y valores comunes”.
El argumento de los Manes es que la coalición opositora puede volver a cambiar de nombre con la incorporación de nuevos actores, en el marco de las diferencias entre el perfil de “centro popular” que pregona el neurólogo y el vuelco a la derecha que le endilga al macrismo.
Desde Evolución, la línea opositora que regentea Martín Lousteau, creyeron ver detrás de ese ida y vuelta las primeras grietas en el eje Morales-Manes, por las sospechas de una eventual jugada rupturista de los hermanos. Al menos es lo que palparon el senador porteño y su socio Emiliano Yacobitti en la reunión con el gobernador jujeño y Gastón Manes, en la que aceptaron bajarse de la pelea por la Convención a cambio de obtener dos de los siete cargos en la mesa de conducción, por la minoría. Uno de ellos será para el porteño Hernán Rossi, el frustrado candidato de la agrupación.
Hubo poco tiempo para comprobarlo. A los pocos días Mauricio Macri iniciaría una serie de ataques directos al radicalismo, al que descalificó por “estatista” y “socialdemócrata” ante sus subordinados del PRO. Para rematar con la ya célebre frase “la unidad por la unidad misma no sirve”.
Radicales de todo pelaje coincidieron en tomar esas palabras como una amenaza de quiebre para tender puentes con Javier Milei, la ascendente figura que encandila al ala dura del macrismo. Así fue como Morales y Facundo Manes aprovecharon su coincidencia en Barcelona para cerrar filas con el posteo de una foto acompañada de la consigna que patentó un prócer de la socialdemocracia, el alemán Willy Brandt: “Tanto mercado como sea posible y tanto Estado como sea necesario”.
Macri no se quedó quieto. El viernes le hizo un desplante al conjunto de los referentes de Juntos por el Cambio y pegó el faltazo sin aviso al encuentro que la Mesa Nacional citó en La Matanza para restañar las heridas que habían surgido precisamente por la fallida alusión a Milei en el comunicado del encuentro anterior.
La cosa pasó de castaño oscuro cuando las redes sociales revelaron que a esa misma hora el ex presidente estaba reunido en sus oficinas de Vicente López con el cordobés Rodrigo de Loredo, nada menos que el jefe del bloque de los diputados disidentes del radicalismo, que responden a Lousteau.
Un gesto que no pasó inadvertido en la cúpula de la UCR fue que De Loredo publicó la postal con Macri -de quien fue funcionario cuando era yerno de Oscar Aguad- con el epígrafe “destacamos la necesidad de reafirmar la identidad de cambio de JxC”. Se trata de otro de los conceptos que el ex presidente intenta imponerles a los propios que priorizan la idea de “juntos”.
Cerca de Morales y de Manes consideran que de acá en más será la forma de relacionarse con la tropa de Evolución. Con Lousteau garantizando la adhesión a la fórmula presidencial que el partido mande a las PASO, a cambio de apoyo a su carrera a la Jefatura de Gobierno porteña, mientras sus operadores practican guerras internas de guerrillas.
Lo cierto es que el fin de semana el médico avanzará un casillero, al quedar entronizado su hermano por consenso en el primer cargo partidario de esa sociedad: no olvidar que Manes adhiere a la chanza atribuida a los Kennedy, “comprás uno y te llevás dos”.
La candidatura de Gastón Manes quedó consagrada anticipadamente, cuando sumó más de 200 de los 347 convencionales, incluyendo a los de Morales y el gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés. Después se encolumnaron ex aliados de Lousteau, desde Gustavo Posse y Federico Storani hasta Enrique “Coti” Nosiglia, mentor político y ahora distanciado del senador, quien había amagado con postular a otro “histórico”, Rafael Pascual, si necesitaban una prenda de conciliación.
Con todo, el nuevo presidente del máximo órgano partidario afrontará un examen doble. Tendrá que demostrar equilibrio entre su función y el manejo de la campaña de su hermano, y que los convencionales -segundas líneas en su mayoría, dado que no pueden tener cargos partidarios ni legislativos nacionales- no se equivocaron al romper la tradición de ubicar en ese lugar a un dirigente de larga trayectoria.
La vicepresidenta primera (rige la paridad de género) sería nombrada por Morales y el oficialismo cedería uno de sus cinco asientos a los mendocinos independientes de Alfredo Cornejo, a quien buscan comprometer con las decisiones partidarias y deje de amagar con ir como vice de un macrista.
“En la UCR vamos por un proyecto presidencial y no por uno vicepresidencial”, le advirtió Gastón Manes a Clarín. También anticipó que buscará movilizar a la Convención con una mesa federal y reuniones regionales. El hombre hace al cargo. Su antecesor, el veterano cordobés Jorge Sappia, se cansó de criticar en soledad la alianza con el PRO, hasta que se cansó.
Un desafío de los Manes será sacarle jugo a la batalla de los outsiders: como toque de atención, el peronista Joaquín de la Torre, aliado clave en Provincia, se acercó a Milei. Para Morales, el desafío será poner la cara ante la mesa opositora después de que la Convención de su partido omita mencionar a Juntos por el Cambio.
Hasta 2023 correrá más agua.