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Jaldo tiene en la mira a la Unrel, una guarida política de manzuristas que se llevan $ 10 mil millones en salarios

El gobernador Osvaldo Jaldo acelera los pasos para tomar distancia de la gestión de Juan Manzur.

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Osvaldo Jaldo - Juan Manzur
Descacharreo

“No tengan dudas, a quien habla no le va a temblar el pulso para que corrijamos las cosas que hicimos mal como gobierno”, sostuvo en su discurso inaugural. Aseguró incluso que había estructuras “que significaban un gasto improductivo, innecesario, superfluo” y “áreas que por ahí no estaban a la altura de las circunstancias”. “Vamos a tener un estado más chico, pero más presente y más eficiente para cada uno de los tucumanos”, se comparó Jaldo.

La poda de recursos dispuesta por Jaldo, bajo el paraguas de la austeridad, también encierra un objetivo político. Jaldo pretende eliminar cualquier foco de resistencia que pueda tener el manzurismo en el Estado para reconstruir desde allí su poder. Es el caso, por ejemplo, de la Unidad de Reconversión Laboral, más conocida como Unrel. Este programa fue creado en abril de 2021 con el argumento de “contener” a personas que habían perdido su trabajo producto de la pandemia. 

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Todos coinciden en que allí fueron cobijados miles de dirigentes ligados al manzurismo durante la interna oficialista de ese año. Para este año, la Unrel tiene asignado un presupuesto superior a los $ 10.000 millones destinados sólo en salarios. El próximo paso de Jaldo es revisar esa partida. Si el proyecto de Presupuesto que había enviado Manzur era sostenido, tratado y eventualmente aprobado, al gobernador actual se le hubiese complicado poder modificar o reasignar esa partida.

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El lunes, apenas 24 horas después de haber asumido en el cargo, se dio el primer cruce concreto entre ambos. Sin que nadie se hubiera percatado, Manzur había enviado el viernes por la tarde a la Legislatura el proyecto de Presupuesto provincial para 2024, algo que Jaldo venía solicitándole desde hacía varias semanas. El texto no llegó siquiera a ser cargado de manera digital ni registrado en el sistema de Mesa de Entradas. Tampoco había legisladores en funciones porque los salientes ya habían desocupado las oficinas y los nuevos aún no habían jurado. 

¿Qué buscó el ex gobernador con esa jugada apresurada? Hay quienes interpretan que pretendió dejar en manos de Jaldo el costo del ajuste en el Estado y que quedara expuesto públicamente. En rigor, esta semana se dio a conocer el alcance de los primeros recortes: 50 cargos jerárquicos y sus estructuras dejaron de existir, entre ministerios, secretarías, subsecretarías y direcciones. Más allá de lo signifique en ahorro, la decisión es simbólica.
Una vez aprobado un cálculo de gastos y de asignados esos fondos, es más difícil modificar o eliminar partidas o disponerlas para otras áreas. Esas reasignaciones, por lo general, deben ser solicitadas a la Legislatura. Es por eso que el mismo lunes Jaldo se sentó con el vicegobernador Miguel Acevedo y con el presidente subrogante, Sergio Mansilla, para solicitarles que le devuelvan ese proyecto. Ambos, que podrían haber optado por no hacerlo y avanzar con el tratamiento del texto que había firmado Manzur, accedieron al pedido del ahora titular del Poder Ejecutivo. Un dato que probablemente no haya caído bien al ex gobernador, teniendo en cuenta que Acevedo y Mansilla, en los últimos años, se reivindicaron manzuristas.

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