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La Argentina paga las consecuencias del pacto espurio entre el kirchnerismo y la delincuencia

El gobierno tiene esa nefasta concepción zafaroniana de que los delincuentes son víctimas de las injusticias del sistema capitalistas. Por eso no combaten a los ladrones, violadores o asesinos. Incluso, hasta los liberan en dos minutos y los miran con simpatía.

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Descacharreo

La tragedia argentina en democracia es la llegada al poder de una banda de delincuentes y autoritarios liderada por el matrimonio Kirchner. Nadie robó tanto durante tanto tiempo como el Cártel de los Pingüinos liderados primero por Néstor y después por Cristina. Nadie instaló un nacional populismo chavista tan intenso que puso en jaque a las instituciones republicanas y al propio sistema democrático.

Aquel vamos por todo de Cristina resume con contundencia sus objetivos totalitarios. Tres gobiernos consecutivos de los Kirchner fueron degradando valores como la educación, el mérito, el diálogo, la honradez. Pero este cuarto gobierno kirchnerista liderado por Cristina, Sergio Massa y Alberto, repite la historia, pero como farsa. En ese sentido, cabe señalar que hay cientos de ejemplos.

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La mentira y la cara de piedra son los instrumentos elegidos para acusar a todo el mundo de todos los problemas y de no hacerse cargo de ninguno. Repasemos algunas de las falsificaciones brutales que hicieron: La inflación descontrolada es culpa de Macri y del Fondo Monetario. La pobreza, también. A Santiago Maldonado lo asesinaron y lo desaparecieron Macri y Patricia Bullrich.

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La ciudad es opulenta y La Matanza es muy pobre culpa de Rodríguez Larreta y Juntos por el Cambio. Cristina es una santa honesta que nunca robó un peso. Los periodistas y la Corte Suprema inventaron el Lawfare. No queremos colonizar la justicia, la queremos democratizar. El intento de asesinato de Cristina no fue ejecutado por un grupito de marginales ignorantes, fue una acción de Macri en conjunto con la CIA y el Mossad.

Al colectivero Daniel Barrientos lo mandó a matar Patricia Bullrich y después infiltró agentes del PRO para emboscarlo y darle una paliza a Sergio Berni. Todas estas falacias flagrantes fueron parte del relato que funcionó en algunos momentos, pero ahora, se cae a pedazos y por eso hablo de farsa. Se les cayó la patética careta. Nos gobiernan locos y delirantes. Inventan relatos imaginarios para desviar sus responsabilidades.

Insensibles al dolor, no les importa la violencia ni la inseguridad. En pocos meses serán recordados. Cada uno de los datos de la ficción que dibujaron, fueron desmentidos de inmediato por la realidad. Son mentiras con las patas más cortas que nunca. Los choferes que aparecen en el video de la visita de Patricia Bullrich a la empresa están dispuestos a declarar y mostrarse para que quede claro que no son ni de casualidad los que golpearon a Berni.

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Ni siquiera trabajan en la misma línea de colectivo. Barrientos era de la 620 y los que saludaron a Bullrich son de la 216 y 166. Otro argumento insólito fue que en la protesta un manifestante tenía la misma bandera que se vio en otro acto de Patricia, quien se burló de eso porque les dijo que ni siquiera pisan la calle y no miran lo que pasa a su alrededor. Han perdido contacto con la realidad. No se dieron cuenta que esas banderas están en todos los actos contra la inseguridad.

Se trata de una consigna terriblemente precisa que se hizo muy popular: “Nos quitaron tanto, que nos quitaron el miedo”. En el hundimiento del gobierno están demostrando una vez más que en su desesperación, son capaces de hacer y decir cualquier cosa. Como decían los memes, falta que un seudo mapuche diga que con los binoculares vio como Macri le pegaba trompadas a Berni.

Se trata de un típico discurso fascista o estalinista que construye un relato donde se matan o borran a opositores para construir un poder con discurso único y que se instale para siempre en el país. Esos mecanismos extorsivos y mafiosos ya perdieron efecto. No asustan a nadie. Patricia agregó que seguramente esta operación salió del laboratorio de Cristina que tira la piedra y esconde la mano.

Patricia Bullrich trató de cobarde a Berni y pidió su inmediata renuncia. De todos modos, con una renuncia no alcanza. El gobierno tiene esa nefasta concepción zafaroniana de que los delincuentes son víctimas de las injusticias del sistema capitalistas. Por eso no combaten a los ladrones, violadores o asesinos. Incluso, hasta los liberan en dos minutos y los miran con simpatía.

También les ponen la mejor internet en las cárceles, les dejan usar los celulares pese a que está prohibido por ley y repudian a los policías porque en cada uniformado ver un dictador. Gran parte de los argentinos ya se dio cuenta de que la tragedia kirchnerista ahora se está repitiendo como farsa. Un engaño del gobierno que, dolorosamente, nos cuesta muchos muertos. Quien quiera oír que oiga.

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