La construcción no encuentra un rebote claro en su contracción, que arrancó a mediados del año pasado y ya llevó al sector a protagonizar una caída acumulada de 10,5% desde el último julio. En febrero volvió a sufrir un traspié, esta vez de 2,7% mensual y de esa forma, en seis de los últimos siete meses anotó una baja. Marzo no viene dejando buenas señales en ese sentido, acerca de la continuidad, ya que el Índice Construya (IC) sufrió una merma de 4,6% en la comparación libre de estacionalidad, respecto al mes previo.
La construcción cayó 2,7% mensual en febrero, acentuando el ritmo en baja que vino mostrando desde que arrancó el segundo semestre del 2022. De los últimos siete meses, en seis anotó una contracción en la comparación mensual libre de estacionalidad. Respecto a julio, la baja fue de 10,5% acumulado. Y en la interanual fue de 6,3%, lo que demuestra que se había observado una cierta recuperación en la primera parte del año pasado, que se agotó en la segunda parte.
LCG fue algo menos pesimista acerca de lo que viene y proyectó desaceleración para el promedio del año pero con cierta dinámica de crecimiento: “Para el 2023 la construcción mantendría la dinámica de crecimiento, aunque algo menor al mismo exhibido durante 2022. Siendo un sector caracterizado por una alta informalidad, en conjunto con una correlación significativa con la brecha cambiaria que abarata costos, esperamos que ambos factores operen como un amortiguador para el año que comienza”.
Por ahora, en lo que va del año, con el primer bimestre ya cursado y contabilizado, el sector acumuló una baja de 1,9% respecto al mismo período del 2022. Pero, en cambio, los niveles de actividad de febrero estuvieron 1,5% por arriba de los diciembre. Y es que, aunque en febrero la marcha se contrajo, en enero había crecido 4,3%. De hecho fue el único mes positivo desde julio del año pasado.
Marzo, por ahora, dejó una mala señal
El Indice Construya, que refleja la demanda de insumos para la construcción, registró en marzo una baja del 4,6% con respecto a febrero en la medición desestacionalizada y una retracción de 9,1% en la comparación interanual frente a marzo de 2022.
De esta manera, en el acumulado del primer trimestre de 2023 cerró 6,6% por debajo del mismo período del 2022, precisó el reporte que elabora el Grupo Construya.
“El nivel de actividad ha disminuido levemente respecto de los últimos meses. Esta situación está en línea con lo que ocurre en los demás sectores de la economía. Sin embargo, se espera que la demanda se mantenga en estos niveles en los próximos meses”, señaló el informe.
Desde lo productivo, en general, y con las proyecciones de las consultoras ya apuntando a una nueva recesión que frenará la racha de sendos crecimientos del PBI en 2021 y 2022, las señales no vienen siendo buenas. Un consumo tímido y una inversión que reacciona con cautelas frente a la incertidumbre macro, se conjugan con el impacto de la sequía que, además de implicar menos actividad en el agro y por ende menos demanda sobre la producción fabril, genera un menor ingreso de dólares y por ende frena la posibilidad de adquirir insumos para intentar un repunte.
El miércoles el Indec publicó los datos de producción industrial, que también fueron a la baja. La actividad industrial volvió a tropezar en febrero. Anotó una caída de 1,3% mensual, en línea con la dinámica que venía mostrando al cierre del 2022 y que se interrumpió con una leve mejora en enero. La contracción del sector fabril comenzó a visualizarse a partir de julio del año pasado, luego de una extraordinaria recuperación pospandémica. De hecho, el sector operó 4,5% por debajo de los niveles de junio pasado.
