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La fórmula del Gobierno nacional ante la inflación: más controles y cepos

En Casa Rosada no saben cómo poner freno a la escalada de los precios. Por eso, la pelea interna en el oficialismo.

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Roberto Feletti, Matías Kulfas y Julián Domínguez
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El Gobierno no sabe cómo combatir la inflación y los precios están fuera de control. El trío Roberto Feletti, Matías Kulfas y Julián Domínguez, se encontró en las últimas horas. También estuvo Martín Guzmán. Hubo una pelotera entre todos. Feletti, el secretario quiere reflotar vetustas ideas de Cristina Kirchner: culpar a los empresarios del fracaso oficial para controlar los precios.

Transporte Público
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Martín Guzmán

Se trata de una estrategia que acumula muchos traspiés. Desde que empezaron los controles, la inflación no para de subir. Cristina, como lo dijo Alberto el martes para complacerla, cree que la inflación aumenta porque hay un conjunto de empresarios malvados que conspiran. Es la teoría progre y falaz de Axel Kicillof. Según esa visión conspirativa, hombres malos aceleran la inflación para perjudicar el proyecto de Cristina.

Pavimentación

Por eso, el Gobierno prepara mayores controles, cepos y medidas de intervención. Este viernes, la Casa Rosada anunciará la creación de fideicomisos para controlar el precio de la harina y el pan, y se dispondrá el congelamiento del kilo de pan y fideos. Este jueves a la noche estaba todo listo en el Boletín Oficial: a las cerealeras que no aporten, se les quitará el permiso de exportación.

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El paquete también responde a una cuestión política estratégica: disimular el ajuste que este jueves se pactó con el FMI. La movida es exagerar y sobreactuar las medidas contra las empresas para compensar y tratar de disimular las tasas positivas, la aceleración de la devaluación y el tarifazo muy por encima de lo que anunció el ENRE y el Enargas de Cristina. La letra chica pactada con el FMI está lejos del relato que intentó –sin suerte– instalar Alberto.

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Cristina Kirchner

El programa es de transición, pero obliga a hacer ajustes. Lo dice el propio “memorando de entendimiento”: la reducción del déficit se hará con el tarifazo. En promedio del 40%, pero será del 20% a la propia tarifa social y muchísimo más para un sector de la población. adie cree que se pueda cumplir la estricta meta de reducción de la emisión. Pero eso también es un torniquete recesivo.

Recolección de Basura

Las tasas de interés serán positivas y el crédito, más caro para la producción y el consumo. No habrá devaluación brusca, pero se acelerarán los mini-ajustes. Será un motor a la inflación y perjudicará los salarios. Así, el acuerdo tiene un efecto político: derrite el relato kirchnerista. Por eso la bronca contra Guzmán. Alberto tuvo –el martes- un fuerte cortocircuito con el ministro: le reprochó su lentitud para terminar la negociación.

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La verdad, fue un papelón que el Presidente anunciara el acuerdo y que su texto todavía no estaba aprobado. Alberto lo destrató delante de varios funcionarios. Fue la comidilla de la Casa Rosada. Guzmán había cerrado el convenio en la madrugada del martes. Pero reabrió las cosas, por cuestiones burocráticas y asuntos menores. Después, voceros inventaron un insólito relato de superhéroe.

Dijeron que Guzmán se puso intransigente por la redacción en español del convenio con el FMI. Una bobada. El acuerdo nunca estuvo en duda. El Tesoro le dio la orden a Kristalina Georgieva: cerrar con Alberto Fernández y así evitar que Argentina entre en un mayor desgobierno. También Estados Unidos obligó a este préstamo puente para fortalecer a Alberto, frente a los embates de Cristina Kirchner.

Salda tu Deuda

Ayer jueves a la noche, en la Casa Rosada se decía que ahora “Alberto se va a cortar solo”. El discurso del martes dio la señal contraria. Cristina Kirchner -además- tiene un pacto con Alberto Fernández. La vice sostendrá el silencio sobre el FMI y –a cambio- Alberto prometió evaluar con Cristina un nuevo Gabinete. La vice quiere echar a todos los ministros de Alberto, incluido a Guzmán.

El Presidente le dijo a su propia tropa: “Nadie se va”. La estrategia de dilatar del ministro no fue buena. A Martín Guzmán la urgencia lo llevó a ceder y admitir muchas imposiciones de Julie Kozack. Ya le había ocurrido con los hombres de negocios de Wall Street: al final Guzmán terminó pagando aquello que -inicialmente- querían los bonistas. Por su parte, Mauricio Macri logró endurecer al PRO. Fue en la reunión del martes en su domicilio.

Sus gurkas habrían decidido votar en contra del acuerdo con el FMI. La extrema posición se activará en forma inmediata: ocurrirá en caso de que Máximo no avale la negociación con el FMI. Ahora –parece– no hay marcha atrás. Y la cuestión complica la aprobación en el Parlamento: los votos están al límite. También se puede dar una rara parábola: que el PRO y La Cámpora se unan para boicotear el acuerdo con el FMI.