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La otra GRIETA que afecta a Tucumán

La constante lucha por el poder entre el gobernador y su vice, dejan al descubierto un único objetivo: Quién se queda con "El sillón para el 2023"

Juan Manzur-Osvaldo Jaldo
Descacharreo

Algo de lo que poco se habla es del hecho de que la provincia tiene su propia grieta que puede llevarse puesta a Tucumán. Sin embargo, la misma no está en el corazón de la sociedad, sino que se cimenta hacia el corazón del poder político local. En ese sentido, la llegada de la pandemia mundial de coronavirus pareció decretar una tregua junto con la cuarentena. Pero la llegada de la primavera pareció deshielar la confrontación latente entre Juan Manzur y Osvaldo Jaldo.

Y es que el titular del Poder Ejecutivo y el presidente de la Legislatura de Tucumán llevan una suerte de guerra fría en medio de la crisis que atraviesa la provincia como consecuencia del estrés sanitario que atraviesa la Salud en estos momentos. Justamente, este escenario es el último que han elegido para confrontar posturas y restarse autoridad mutuamente. En ese sentido, el Gobernador sostiene que es difícil volver a una cuarentena estricta.

Fumigación y Limpieza

Por su parte, el Vicegobernador manifestó que “algo hay que hacer” debido a que los contagios y muertes que se cuentan a diario se cuentan de a cientos y a decenas, respectivamente. De hecho, el propio Osvaldo Jaldo se quejó en las últimas horas de que estaría siendo víctima de lo que en el mundo de la política se denomina “carpetazos” a las denuncias judiciales que recaen sobre su persona. Dichos reclamos judiciales serían motorizados por gente del propio poder.

Movilidad Urbana

En esa línea, Jaldo propuso la teoría de que él es una suerte de abanderado en la lucha contra las corporaciones, debido a que estaba dispuesto a voltear los aumentos de luz y agua que dispuso el ERSEPT, es decir, un organismo de contralor que funciona dentro de la órbita del Poder Ejecutivo local. Justamente, el tema de las tarifas de los servicios sociales es un tema que enojó al Gobierno provincial que estaba dispuesto a convalidar los nuevos incrementos.

Y es que Jaldo con la Legislatura como caballo de Troya, quiso meterse de lleno en el ataque al ERSEPT y estaba dispuesto a anotarse un poroto de cara a la sociedad. Pero Manzur le ganó de mano y le comunicó a la sociedad que él finalmente era quien se preocupaba por el pueblo y que lo defendería de cualquier mal, exactamente lo mismo que pregonó el Vicegobernador durante los días previos a la decisión del Gobernador.

Esta disputa por el poder no obedece a valores ni a favor del pueblo, simplemente está guiado por los intereses espurios de una clase política que tiene en Manzur y en Jaldo a sus máximos exponentes. Además, de movilizar a los acólitos del consolidado “manzurismo” y del incipiente “jaldismo” y miran de cara al 2023, sin importarles casi nada la crisis sanitaria en la que la pandemia mundial sumió a Tucumán ni las consecuencias económicas de la cuarentena.

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Las consecuencias para el devenir de los tucumanos pueden ser nefastas si esta interna sigue escalando posiciones en la disputa por el poder. Sobre todo, si se tiene en cuenta la gravedad institucional que atraviesa la provincia luego de que el caso Pedicone – Leiva sacara a la luz las relaciones carnales que se tejen entre los tres el poder político y la Justicia. ¿Acaso la interna entre Manzur y Jaldo contaminará todavía más el horizonte institucional de Tucumán?

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