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Murió el docente y dramaturgo Rafael Nofal, emblemático referente del teatro en Tucumán

Una emotiva despedida de "Actores, Delegación Tucumán" para el destacado director nacido en Santiago del Estero.

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HOMENAJEADO. La 38° Fiesta Provincial de Teatro lleva el nombre del dramaturgo y director Rafael Nofal.
Descacharreo

Murió Rafael Nofal, un referente del teatro en Tucumán. “Totalmente shokeados, tenemos la ingrata tarea de comunicar que ha fallecido el maestro Rafael Nofal”, publicó la cuenta de Actores Delegación Tucumán en las redes sociales. La noticia provocó un profundo pesar en el mundo de la cultura.

El docente, director y dramaturgo nacido en Santiago del Estero era uno de los principales hacedores del arte escénico tucumano. Una de sus obras que fue traducida al inglés, portugués y japonés. 

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“Totalmente shokeados, tenemos la ingrata tarea de comunicar que ha fallecido el maestro Rafael Nofal, que nos deja de una manera inesperada para toda la comunidad teatral de Tucumán y más allá. Estaremos informando en cuanto tengamos más noticias sobre las exequias. Nos invade la tristeza. Q.E.P.D.”, publicó en su cuenta oficial de Facebook Actores Delegación Tucumán. 

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Los recuerdos de otros tiempos

El velorio se realiza en las salas del Cementerio San Agustín. “Vi teatro por primera vez a los cuatro o cinco años en El Mojón, en el salón de actos de la escuela donde enseñaba mi madre (y yo aprendía mis primeras letras) -recordó Nofal en una entrevista-. Por las imágenes que me quedaron, creo que era “El rosal de las ruinas”, de Belisario Roldán. El director de la escuela hacía el protagónico. Leer, leí siempre. Mi madre tenía un baúl con libros que trasladaba amorosamente en cada mudanza, allí convivían Balzac y Zola con D’ Annunzio y Estanislao del Campo o Miguel Cané y alimentaron desde los ocho años mis fantasías”, había rememorado.

Su vínculo con el teatro comenzó en la etapa del secundario, según lo relató. “Éramos compañeros con Roque Sergio Clúa que vivía por la calle Maipú, detrás del teatro San Martín. Cuando iba a su casa a estudiar, nos escapábamos al teatro para ver cómo armaban las escenografías y uno que otro ensayo. De tanto andar por allí, nos llamaban a hacer de figurantes en algunas obras en las que terminábamos haciendo de pueblo o de soldados, lo que en nuestro oficio se llama “tener la lanza”, lo que nosotros hacíamos con mucho orgullo. Cuando se abrió el Conservatorio de Arte Dramático, nos inscribimos. Tiempo después, Clúa abandonó y siguió estudiando música y yo me quedé para siempre en el teatro”, había señalado.

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