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Narcomenudeo: mucho ruido y pocas nueces

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El 1 de noviembre, la polémica ley de Narcomenudeo tendrá un año de vigencia. Hoy, a casi 12 meses de su promulgación aún no es aceptada ni por el Ministerio Público Fiscal, responsable de las investigaciones, ni por un importante sector de la Policía, que no se siente preparada para el combate contra ese flagelo.

Uno de los máximos problemas que tiene esta norma es que causa más revuelvo puertas adentro que resultados exitosos. Además, en la Justicia, tanto federal como provincial, la tienen en la mira por procedimientos extraños. Es que continúa la modalidad de hacer operativos policiales en la búsqueda de elementos robados y como por arte de magia aparecen drogas en los domicilios de los sospechosos y, curiosamente, no encuentran nada de lo que se buscaba. Ya hubo fiscales que advirtieron estos hechos y se lo hicieron saber a la cúpula de la Policía con un severo llamado de atención.

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El 29 de octubre, dos días antes de que se cumpla el año de legitimidad de la ley de Narcomenudeo, Osvaldo Jaldo asumirá como gobernador. Si la norma tiene un padre, ése es el tranqueño. Soportó solo las embestidas y bregó para que saliera contra viento y marea. “Nada ni nadie, ni ningún interés, va a detener la lucha contra la droga en Tucumán. Los que venden droga van a terminar en cana. Y esto lo podemos hacer porque Osvaldo Jaldo tiene las manos limpias para seguir con esto que inicié, como es la persecución a los narcotraficantes. Porque vamos a defender a la juventud y a nuestros niños. Queremos droga cero en Tucumán”, planteaba en marzo de este año. ¿Qué pasará entonces en un cuadro de crisis como el que vive Tucumán con la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico que creó Juan Manzur? Ese organismo se transformó en una usina de planes para poder llevar adelante su trabajo, pero chocó con un problema que suele afectar a una gestión política. El gobernador cortó la cinta para inaugurarla, pero después se olvidó de ella. ¿Cómo se puede llevar adelante el combate contra los narcotraficantes si en la dependencia específica trabajan cuatro personas? Jaldo deberá revisar esto.

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¿Qué pasó este año con la aplicación de la nueva norma? Primero, la respuesta lógica: la Justicia Federal se vio más aliviada ya que el 90% de las causas por infracción a la ley 23.737 de estupefacientes tenía que ver con narcomenudeo. Y, obviamente, la Justicia provincial ahora está doblemente recargada ya que esas causas, con más de 8.000 procesos por año, ahora están bajo su órbita. Lo segundo es que sí se realizaron numerosos procedimientos. No hubo grandes cantidades de droga decomisadas (por eso es narcomenudeo), pero sí más de 500 detenidos y 400 operativos. Lo tercero es que la sospecha de la Justicia es que habría grupos de policías que estarían haciendo negocios ilegales. Algo así quedó en evidencia por ejemplo con el caso del agente Richard Nadal, quien fue detenido por la Policía Federal por su posible vínculo con narcotraficantes. Grabaron al acusado acordando entregas con delincuentes conocidos. También hay denuncias de que uniformados se quedan con dinero o con droga en los operativos que realizan. Tanto la Justicia federal como la provincial están al tanto de esto y mantienen investigaciones abiertas. La nueva ley revolvió el río y ya se sabe quiénes son los que ganan en esas circunstancias. Incluso hay denuncias de abogados que advierten que persiguen a sus clientes amenazándolos con involucrarlos en otros delitos. Este año hubo un juicio en el que se condenó a tres policías que, justamente, asaltaban a vendedores de droga. Evidentemente algo está fallando y los controles serán fundamentales para reencauzar esta situación.

El Ministerio Público Fiscal mantiene su postura con respecto a que se trata de una ley inconstitucional, y espera tener dictamen favorable de la Corte Suprema de Justicia, que tiene en sus manos un planteo firmado por el jefe de los fiscales, Edmundo Jiménez. En ese documento se advierte que desde que se implementó la norma no se avanzó con la “desfederalización” del narcomenudeo y, enumera que, hasta hoy no se conoce cómo se conforma la Comisión Interpoderes. Además destaca que no se oficializaron las invitaciones a la Justicia federal y a los fiscales federales para que integren esa comisión. Tampoco se dictó un reglamento interno para esa comisión, no se designó a los integrantes de la mesa de Coordinación Ejecutiva, incluso -se insiste- no constan registros de los cronogramas de actividades, informes, adquisiciones y acciones, que debían ser propuestos por la Mesa de Coordinación Ejecutiva a los 15 días de constituida. Finalmente, asegura que tampoco constan informes sobre criterios para definir “cuestiones normativas, procedimentales, operativas, logísticas, de recursos humanos, materiales y presupuestarios para la implementación de la Ley de narcomenudeo”. Y, lo que para ellos es más grave: “la normativa impugnada carece de parámetros para decidir a partir de qué cantidad de estupefacientes se debe considerar que se está en un caso de comercialización o de tenencia”.

El problema más grave se sigue dando en los barrios más vulnerables, donde los chicos desde los 10 años son captados por los traficantes, iniciados en el consumo de drogas y convertidos en “soldaditos” para la venta. Nada de esto cambió. Por el contrario, cada vez hay más “dealers”, empujados por una situación económica que tiene bajo el índice de la pobreza a más del 60% de los argentinos. ¿Qué pasa con los acusados por narcomenudeo? La respuesta, contrastada con asistentes sociales que trabajan en zonas marginales, la tiene uno de los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud que muestran no sólo un incremento en el consumo de drogas en los últimos años, sino de detenidos del ámbito más marginal de la sociedad, por lo que “la penalización, en este caso, recae sobre los últimos eslabones de la cadena, los cuales están atravesados por realidades muy hostiles y por problemáticas atinentes a la salud pública”. Mientras tanto no se ven avances contra los verdaderos líderes de las organizaciones, responsables de los negocios más importantes. El narcomenudeo no requiere de un sistema sofisticado. La droga que se comercializa no es producida por el pequeño vendedor, sino que pasa de mano en mano, lo cual hace que sea una actividad delictiva bastante común.

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La ley para luchar contra este flagelo que está consumiendo a grandes sectores de la sociedad es una herramienta más. La educación debería ser otro pilar importante. Por eso llama mucho la atención que no se actualicen ciertos análisis a la hora de encarar esta lucha. En la página oficial http://www.policiadetucuman.gov.ar/digedrop.htm hay una serie de consejos para que padres y familiares estén alertas. Allí, por ejemplo, está este párrafo:

Modificación de hábitos y costumbres:

01.- Actitudes sigilosas y comportamiento misterioso que sugiriere el ocultamiento de algo que desea disimular o esconder.

02.- Empleo de collares, aros, pulseras y adornos llamativos, particularmente en varones.

03.- Cabellera larga y enmarañada (no constante) a veces rapado.

04.- Empleo en tiempo de calor de camisas y otras prendas de mangas largas, actitud ésta que puede estar relacionada con el propósito de cubrir las marcas de los pinchazos en los brazos.

05.- Permanencia injustificada de muchas horas fuera del hogar y regreso tarde, tratando de eludir el control familiar.

06.- Permanencias durante muchas horas en plazas, paseos públicos, esquinas, bares y otros lugares con amigos.

07.- Argumentación de diversos justificativos para no continuar con los estudios.

08.- Salidas imprevistas a cualquier hora; estas salidas pueden estar relacionadas con la necesidad de procurarse la sustancia en cuestión. Quien consume drogas en forma habitual ocupa mucho tiempo en obtener la droga, en hablar sobre ella y en consumirla.

09.- Permanencia prolongada en el baño.

10.- Empleo de anteojos oscuros aún en lugares y horas que no justifican su uso. Su empleo, a veces, está relacionado con la necesidad de proteger la vista del molesto estímulo que le provoca la luz natural o artificial, como así también a los fines de disimular la frecuente irritación de los ojos: pero por otro lado el uso de este elemento puede estar relacionado simplemente con la imitación o la moda.

¿Hace falta decir que la descripción encaja en casi cualquier adolescente de hoy?

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