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Por qué Alberto se equivoca

“Van a desvestir un santo para vestir a otro”, fue el brillante posteo que hizo un tuitero hace un rato respecto del anuncio de Alberto Fernández, quien decidió que la provincia de Buenos Aires recibirá un punto de coparticipación adicional para resolver el reclamo salarial de los efectivos policiales.

El presidente vuelve a apelar a la “frazada corta” para resolver un problema estructural
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El problema no es ese, sino el hecho de que los recursos serán quitados a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, solo por el capricho presidencial.

Una digresión al respecto: ¿Habrá tenido algo que ver Cristina en la decisión del mandatario, teniendo en cuenta que, a solo dos días de haber asumido, le reclamó públicamente que “redistribuya” estos mismos fondos?

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Para que se entienda lo que ha anunciado el jefe de Estado, hay que ser bien brutal: es como si se quitaran recursos a Mendoza para mejorar los sueldos de los policías de San Juan. O viceversa.

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Es el famoso problema de la “frazada corta”, que suele caracterizar a los gobiernos argentos. En lugar de generar recursos genuinos, estos se quitan de un lugar y se destinan a otro distinto. Ciertamente, no es lo que hacen los países del primer mundo.

Con un problema adicional: el inciso 3 del artículo 99 de la Constitución Nacional le prohíbe expresamente al presidente de la Nación legislar en materia fiscal.  

Volviendo a la cuestión central: el problema de las fuerzas de Seguridad es más profundo que lo que se cuenta en estas horas y refiere, no solo a la situación de los sueldos, sino también —sobre todo— a las condiciones en las que trabajan los uniformados, la falta de equipamiento y la ausencia de una capacitación eficiente y eficaz.

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Por caso, si se logra resolver el tópico salarial, solo se habrá tapado el sol con un dedo. Ello no resolverá las cuestiones de fondo ni tampoco disminuirá la inseguridad, eso que tanto preocupa a los ciudadanos bonaerenses.

La situación es bien compleja, porque no se trata solo de la policía, sino también de otras fuerzas de seguridad, principalmente el Servicio Penitenciario. Es el reclamo que viene.

Lo ocurrido en los últimos días desnuda puntuales ineficiencias, principalmente las del balbuceante Axel Kicillof y el “figuretti” Sergio Berni. ¿Cómo es posible que un conflicto tan sencillo demore tres días en ser resuelto y ni siquiera fue solucionado por estos?

El propio presidente no logró estar a la altura de las circunstancias: primero ignoró el conflicto y luego esperó hasta que la mecha estaba por agotarse para recién pensar en una improvisada solución. Ergo, ¿qué ocurrirá cuando deba resolver una situación más compleja que un mero reclamo salarial?

Queda claro que a partir de ahora al kirchnerismo le será más complicado defender la reforma judicial que se discute en el Congreso Nacional.

Primero, porque ha quedado claro que los reclamos de la sociedad pasan por otro carril. Segundo, porque se trata de una movida que requerirá un extra de 6 mil millones de pesos. ¿Acaso el presidente piensa en quitarle otro punto de coparticipación Horacio Rodríguez Larreta para llevar adelante la avanzada cristinista?

Más allá de la ironía, lo que ha quedado claro este miércoles es que el gobierno no sabe dónde está parado. Solo sabe apelar a “manotazos de ahogado”, metiendo mano solo a los recursos de los distritos opositores. En todo caso, ¿no era más lógico hacer una redistribuición general de la coparticipación?

Como sea, lo peor de todo —acaso la frutilla del postre—ha sido la respuesta de la policía bonaerense: aseguraron no haber quedado conformes con la propuesta oficial.

Alberto ha decidido inmolarse para nada. Nada nuevo bajo el sol.

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