La caída de las ventas minoristas por el Día del Padre son un aviso de lo difícil que será levantar cabeza por parte del aparato productivo de Argentina. Sobre todo, es un llamado a la reflexión luego de lo que fue una semana cargada de conflictos en torno de la posibilidad de que el comercio pudiera trabajar en la previa de una conmemoración que podía significar un alivio. Pero no fue así, siendo que las ventas cayeron más del 44%.
Así lo anunció la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), luego del relevamiento que hizo este fin de semana. ¿Será consciente la sociedad de lo que implica que ni siquiera una celebración como la del Día del Padre pueda significar un mejoramiento de la actividad? ¿Y que, si el clima económico no mejora, la pérdida de puestos de trabajo corre serio peligro de profundizarse todavía más?
Al parecer, hay sectores que no lo han comprendido así. En primer lugar, nuevamente es el Estado municipal, provincial y nacional que brinda un abrazo de oso a toda iniciativa privada. Y es que el peso de presión impositiva ahoga toda intención de invertir en la producción y el comercio. Junto con una burocracia laberíntica que no busca agilizar los trámites. Por el contrario, existe para empantanar todo intento de agilización.
Por otra parte, la postura intransigente de muchos gremios que no parecen entender que, si no se cuida al trabajo, los empleos continuarán perdiéndose todavía más. Tucumán, fue la muestra durante el transcurso de la semana pasada, de los palos en la rueda que dirigentes sindicales realizaron para que los comercios no abran sus puertas cuando la gente se volcó a realizar compras a pesar del miedo que existe por el coronavirus.
A través de un comunicado dado a conocer a la opinión pública, CAME remarcó que “el consumo fue muy flojo por el descenso en los ingresos de los hogares y la falta de circulación de gente en la cuarentena”. ¿Cómo no aprovechar entonces, la poca disposición monetaria de las familias para poder trabajar cuando de lo que se trata no pasa por la ganancia empresarial, sino por conseguir un bálsamo ante tanta destrucción del mercado local?
“Igual, las pocas ventas registradas trajeron algo de alivio a los negocios vinculados a la celebración. Es posible que, por la falta de encuentro de hijos con padres, los regalos se continúen comprando en los próximos días”, se esperanzó CAME. La realidad es que la única manera en que las cosas cambien es si el diagnóstico es correcto. Y en eso vienen fallando desde hace tiempo los principales actores de la economía.
Será cuestión de que el Gobierno, los gremios y las condiciones generales favorezcan una mejora de las condiciones para que la rueda de la economía vuelva a girar de nuevo. Para ello, es necesario comprender que el actual, es un momento para apoyar a los empresarios y comerciantes con el fin de conservar los puestos de trabajo que todavía quedan. Para luego ir por aquellos que se perdieron en la antesala de la pandemia.
