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Una médica tucumana es la esperanza de dos niñas con una rara enfermedad

Jacinta Bustamante es médica egresada de la UNT y se doctoró en Francia. En París estudia la relación entre la genética y los males infecciosos. Allí fue que descubrió una extraña patología que, por ahora, afecta a dos personas en el mundo, una de ellas es de nuestra provincia

jacinta bustamante
JACINTA BUSTAMANTE
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Es la primera vacuna en el calendario nacional. Su función es entrenar el sistema inmune para luchar contra la tuberculosis. En el mundo se la conoce como la BCG y desde hace más de 100 años previene la muerte de millones de bebés. Algunas veces puede provocar reacciones banales, como por ejemplo que se hinche y se ponga rojiza la zona donde se aplicó la dosis. Por eso, a los médicos les llamó mucho la atención el caso de una bebé tucumana que a los dos meses de vida presentaba una reacción exagerada a la vacuna: tenía una lesión nodular en el hombro y un ganglio inflamado en la axila.

Esto ocurrió hace ocho años, en el hospital de Niños de nuestra provincia. Entonces, recién comenzaba una larga historia de incertidumbre y de lucha de los médicos para dar con el diagnóstico de una enfermedad desconocida para todos. La investigación unió a profesionales de Tucumán y de Francia, quienes lograron hallar el defecto genético que hace que el cuerpo de esta nena no pueda defenderse ante ciertas infecciones. La rara patología afecta, por el momento, a dos pacientes en el mundo (uno en Argentina y otro en Turquía). El descubrimiento de esta nueva enfermedad acaba de ser publicado en Cell, una de las más prestigiosas revistas científicas a nivel internacional.

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El hallazgo de estos investigadores es muy alentador ya que abre la puerta a nuevos tratamientos contra la tuberculosis. Y también confían en que más personas que padecen la enfermedad y no lo saben ahora puedan pedir una ayuda específica, destaca la doctora Jacinta Bustamante, quien encabezó el trabajo. Ella es tucumana, egresada de la Facultad de Medicina de la UNT. Es pediatra e inmunóloga. Obtuvo el doctorado de Medicina en Universidad de La Plata y el doctorado en Immunología en la Universidad París Descartes, Francia. En ese país, donde desde 1998, es profesora asociada de Biología Celular. Trabaja en el Laboratorio de Genética Humana de las Enfermedades Infecciosas de Francia, que es dirigido por el profesor Jean-Laurent Casanova, donde lleva a cabo investigaciones moleculares y genéticas. Además es médica en el hospital Necker Enfants-Malades, de París, donde es responsable de los estudios genéticos e inmunológicos de enfermedades que afectan el componente innato del sistema inmunitario

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Desde 2008, Bustamante dirige el equipo que investiga la predisposición genética a la infección por micobacterias atípicas (grupo de enfermedades conocido como MSMD, sigla en inglés que significa “Predisposición Mendeliana a las infecciones por micobacterias”) en el laboratorio de la universidad francesa. Gracias a su trabajo ya ha descubierto más de 20 enfermedades genéticas raras, y ha realizado contribuciones sustanciales al campo de la predisposición genética a las enfermedades infecciosas, como por ejemplo la tuberculosis, la enfermedad de Whipple y la enfermedad granulomatosa crónica.

Bustamante interactúa con los pediatras y médicos de todo el mundo. A ella le consultan sobre enfermedades genéticas poco frecuentes (EPOF) que afectan el sistema inmune (conocido vulgarmente como sistema de defensa). Se encarga de coordinar la recopilación de información clínica y muestras biológicas para poder ayudar a quienes padecen estas dolencias. Fue en ese contexto que recibió la llamada de la pediatra e inmunóloga clínica del hospital de Niños, María Natalia Tahuil, a quien habían recurrido los papás de la pequeña Karina en busca de ayuda.

Después de varios estudios de laboratorio seguían sin encontrar respuestas. Y la salud de la bebé empeoraba cada vez más. Empezó a tener problemas en el hígado y en los intestinos, entre otras afecciones. “En Argentina no se pudo identificar qué tenía; llevamos el caso a Francia y después de varios años de trabajo logramos determinar que presentaba una variante rara en el genoma, localizada de un nuevo gen llamado IRF1”, explica Bustamante, a través de una entrevista que realizamos por zoom. La molécula IRF1 es necesaria para poder amplificar la respuesta de otra proteína llamada interferón gamma, que es crucial para la defensa contra las micobacterias en el hombre. Si el organismo no produce interferón gamma o no responde al interferón gamma, la micobacteria persiste viva en unas células llamadas macrófago. Así, esas células no pueden matar a la micobacteria y la enfermedad infecciosa se vuelve incontrolable, pudiendo llevar a la muerte al paciente, señala la investigadora.

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En el estudio que realizó el grupo de Bustamante junto con otros investigadores internacionales también se incluyó el caso de una niña de Turquía que tiene la misma enfermedad aunque la variante es otra. “Lo más asombroso de esta enfermedad es que las dos niñas contrajeron numerosas veces enfermedades por varias micobacterias. A partir de la investigación, se pudo avanzar en un mejor y más eficaz tratamiento con antibióticos para las niñas y aplicar por vía subcutánea una molécula llamada interferón-gamma. Sin embargo, en el caso de la pequeña tucumana, la enfermedad afectó mucho su crecimiento y hoy está en una situación más complicada”, explica.

Ponerle el sello, lograr identificar una patología desconocida, es un hecho que nunca olvidan los médicos, al igual que ese “paciente uno” con el que compartieron mucho tiempo hasta llegar a descubrir por qué se enferman.

Lo que Bustamante hizo fue estudiar a fondo el ADN de las niñas afectadas. Para entender un poco mejor, en palabras simples, cada célula humana sabe lo que tiene que hacer gracias a su ADN, una especie de libro de instrucciones formado por millones de letras químicas. Una mutación o variante genética (en una de esas letras) puede generar que el cuerpo no se defienda de la misma manera frente a micobacterias, porque puede afectar la producción de ciertas proteínas. En los dos casos estudiados las pacientes presentaron susceptibilidad a la vacuna BCG y también tuvieron histoplasmosis, una infección causada por un hongo que muy rara vez se presenta. “Por el momento solo conocemos dos casos. Pero seguramente esto tendrá un efecto multiplicador y empezaremos a conocer más afectados, en particular pacientes con tuberculosis”, resalta.

El nombre específico de esta enfermedad es deficiencia completa por IRF1. “Hasta ahora sabemos que esta nueva patología hace que la persona se vuelva muy vulnerable a sufrir infecciones por micobacterias. El paciente puede enfermarse varias veces en pocos meses; hay más de 150 especies de micobacterias que no son virulentas y otras que sí lo son, como el causante de la tuberculosis o de la lepra. Si bien estas niñas no deben vivir aisladas, requieren cuidados y tratamientos con antibióticos específicos contra la tuberculosis”, detalló.

¿Cuál es la importancia que tiene esta publicación que se hizo del trabajo que le puso nombre a la nueva enfermedad?, le consultamos.

 Jacinta BustamanteJacinta Bustamante

“Desde el punto de vista científico es un gran avance porque se ha podido ver muy bien cómo es que las diferentes moléculas actúan; como es que son susceptibles en unas personas y en otras no. Había estudios en animales, pero no en humanos. Fue una excelente colaboración entre médicos y científicos. Hay más de 25 años de las investigaciones en MSMD y se sospechaba que IRF1 debía ser clave; hoy luego de estas investigaciones se tiene la certeza; estoy segura que otras nuevas enfermedades genéticas relacionadas al interferón gamma y a IRF1 serán descubiertas. Es muy bueno que haya médicos clínicos que adviertan precozmente señales y que estén en contacto con distintos centros de investigación en el país y en el exterior para poder ofrecer un diagnóstico lo más preciso posible”, resalta.

Jacinta sabe que con su trabajo le ha dado una esperanza a las dos niñas que padecen esta rara patología genética. Sin embargo, reconoce que el estado de salud de una de ellas es bastante preocupante. “La pequeña tucumana dio nacimiento a esta enfermedad y eso es algo que uno nunca olvida”, señala la médica, que en varias oportunidades voló hasta Tucumán desde París para obtener muestras médicas y ver de cerca a la paciente. “Cuando uno descubre una enfermedad es algo maravilloso. Pero en este caso, es muy particular porque es de mi ciudad natal; lo sentí como tocar el cielo con las manos, es una satisfacción enorme de poder devolver a mi provincia todo lo que aprendí. Extraer el ADN, secuenciarlo, seleccionar todas las variantes posibles, estudiarlo en una población determinada, luego en las células de las pacientes… es un trabajo que lleva muchos años”; explica.

Karina, que hoy tiene ocho años, sufrió varias infecciones y también a raíz de los tratamientos tuvo efectos colaterales. Si bien se encuentra muy afectada clínicamente, saber ahora qué es lo que tiene le da una esperanza a la familia. “Salvar a un paciente es lo que uno más quiere, y por eso hacemos hasta lo imposible. Ojalá que también lo logremos en este caso”, concluye Jacinta.

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