La tragedia de la violencia contra las mujeres dejó en Coronel Moldes un recordatorio horrible de lo que no se debe hacer.
Una estudiante, de 17 años, fue asesinada camino al colegio sin que sus alaridos pudieran sacar de la modorra paralizante a vecinos, a usuarios del transporte público y ni hablar de aquellos que deben proteger la vida de quienes así lo solicitaron, con sobrada prueba del grave peligro que pendía sobre ella.
Abigail Agustina Cruz (17) murió en una emboscada pergeñada con alevosía flagrante por un exnovio, denunciado en más de una ocasión por acoso y amenazas.
El femicida, Iván Gallardo, con domicilio en la capital salteña, fue detenido poco después en la casa de su abuela, en la misma localidad vallista, donde se había refugiado tras cometer el crimen.
El trágico episodio ocurrió cerca de las 8 de la mañana en barrio La Loma, manzana 40, de la localidad de Coronel Moldes. En una esquina, Iván Gallardo esperó entre un grupo de usuarios de Saeta (transporte público) con un buzo con capucha y guantes a la joven. Allí la comenzó a increpar.
Según una mujer que habita enfrente de esa esquina, el joven separó a la estudiante, que vestía el uniforme del colegio Puertas de Díaz, en el mismo momento en que llegaba una unidad de Saeta.
“Todos subieron y quedó la parejita peleando, cuando el joven la tomó a golpes y la llevó hacia un paredón, sobre una calle de tierra”. Ella clamaba por ayuda, le tiró la mochila al agresor y aprovechó para intentar huir. Solo dos niños salieron a la calle e intentaron detener al joven al momento en que Agustina tropezó y cayó en el piso desparejo, lleno de malezas y basura. El hombre fuera de sí saltó sobre ella armado ya con un cuchillo, se puso sobre ella, la aplastó con su rodilla contra el piso y la degolló.
Los dos chicos lo intentaron detener a piedrazos -dijeron ellos- que le cercene la cabeza.
El criminal se levantó y enfrentó a los chicos y a una mujer que corrió desde la esquina a socorrer a la estudiante.
Allí el asesino blandió el arma ensangrentada y huyó a la carrera hacia un terraplén.
Entonces, fueron muchas las personas que llamaron al hospital, a la policía, pero la herida brutal dejó a la estudiante sin habla y sin reacción.
Muchos vieron la agresión primaria y oyeron los alaridos de terror. Paralizados, algunos esperaron el final, otros se subieron al colectivo, solo dos chicos atinaron a hacer lo que no hicieron ni la Justicia ni la fuerza pública, tampoco la emergencia, porque al lugar llegó media hora después una enfermera, quien ante el cuadro se vio superada por la realidad. Lo de Coronel Moldes fue una celada cruel, premeditada y con ayuda (dijo un familiar) de amigos de Iván, que le señalaban los movimientos de Agustina en el pueblo.
Tal vez por ello el sujeto sabía que la estudiante se había quedado sin custodia en los primeros días del mes y la esperó a la hora precisa, antes de su ingreso al colegio.
Una tía dijo que “justo hoy su compañero no pasó a buscarla y su abuelo había salido antes que ella”. Así, Agustina emprendió en soledad el derrotero hacia su martirio, rodeada de gente paralizada, que -como siempre- solo atinó a mirar.
Evitar las muertes es real justicia
La triste lista: Graciela Flores, Nancy Villa, Macarena Domínguez, Fabiola Echenique, Nancy Rodríguez, Jéssica Solís. Lorena Vique, Rocío González, Mercedes Urzagasti, Marcelina Peloc, Susana Zerpa, Gladys Paz y, por último, la adolescente Abigail Agustina Cruz, de tan solo 17 años.
Trece puñaladas a la conciencia pública que como respuesta solo tiene juicios y condenas a perpetuidad.