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ALBERTO FERNÁNDEZ SUFRIRÍA EL “SÍNDROME DE ESTOCOLMO”

A raíz de su manifiesta obsecuencia con la vicepresidenta Cristina Kirchner, que no hace más que ignorarlo y ridiculizarlo públicamente

Alberto Fernández
Descacharreo

El día después de que la vicepresidenta Cristina Kirchner realizara un nuevo embiste contra la Corte Suprema de Justicia, ni lerdo ni perezoso, el presidente Alberto Fernández, salió a apoyarla al punto de que aseguró ayer que comparte mucho de los planteos que hizo su compañera de fórmula acerca del funcionamiento de la Justicia. Cabe preguntarse ¿Qué es lo que le pasa al jefe de Estado que no actúa como un verdadero mandatario?

Incluso, Alberto Fernández tuvo el descaro de decir que lo de Cristina Kirchner es una mirada objetiva de lo que está pasando en la Justicia. Su intención de ser un chupamedias queda explícita, teniendo en cuenta que lo que hizo la vicepresidenta es acusar lisa y llanamente de forma directa a la Corte Suprema de extorsionar al gobierno nacional. Hasta dijo que los jueces del máximo tribunal condicionan la gestión económica y dirigen una persecución contra oficialismo.

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Con todo esto es que coincide Alberto Fernández, al punto de que su intención de ser condescendiente con su compañía de fórmula, hizo que incluso amenazara a la Justicia de que en algún momento tiene que aceptar que el Gobierno se ocupe del Poder Judicial. Siendo un profesor de la UBA, incluso se dio el lujo de negar que se tratara de una acto de intromisión de parte del Poder Ejecutivo en otro poder de la república.

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El presidente le dijo a la Justicia que se tiene que bancar el hecho de que está sometida a la crítica pública. Ahora bien, con sus dichos en apoyo a Cristina Kirchner pareciera que el presidente sufre del síndrome de Estocolmo. Y es que actúa como un rehén que se encariña con su captor, esto queda más acentuado todavía si se tiene en cuenta que Cristina Kirchner ni siquiera hizo mención al presidente y tampoco lo nombró en su más que extensa carta.

Entonces, ¿Cómo puede ser qué Alberto Fernández, en su calidad de máxima autoridad nacional, termine actuando como una persona que sufre de un trastorno psicológico temporal en aquellos que han sido secuestrados y qué consiste en mostrarse comprensivo y benevolente con la conducta de los secuestradores, al punto de identificarse progresivamente con sus ideas? Esta es una pregunta para la cual quizás ni el propio presidente tenga una respuesta.

¿Cómo es posible tomar en serio a una persona que somete su opinión a la voluntad de otra? ¿Cómo podría Alberto Fernández sacarse el mote de títere de Cristina Kirchner si hasta coincide con ella y la respalda incluso cuando no lo nombra? ¿Cómo es posible que a un abogado y profesor universitario no le haga el menor ruido, el hecho de que su compañera de fórmula quiera cooptar la Justicia para llenarla de militantes que le solucionen sus problemas legales?

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¿Cuánto más tendrá que soportar la sociedad argentina una doble administración del poder político que, lejos de solucionar los grandes problemas de la Argentina, no hacen más que buscar la impunidad de sus delitos? Situaciones como ésta no hacen más que profundizar la decadencia de un país, sumido en una profunda crisis económica, pero sobre todo institucional. De esta realidad son corresponsables tanto Alberto Fernández como Cristina Kirchner.

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