A menos de 45 días para que llegue la Navidad, en el Gobierno nacional se encendieron las luces de alarma como si se tratara de un árbol preparado para las fiestas de fin de año. Y es justamente la finalización del 2020 lo que genera preocupación en el oficialismo de cara a lo que promete ser una de las conmemoraciones más complicadas para un país que tiene casi a la mitad de su población bajo la línea de la pobreza.
Se acerca fin de año y los amigos de lo ajeno lo saben, como sabe la clase política, que diciembre siempre está marcado con rojo en el calendario, pero no porque se trate de la culminación, sino porque se hace presente la máxima descripta por un líder piquetero que intentó acampar en medio de la avenida 9 de Julio de la Capital Federal. “Hemos aprendido que el pueblo argentino se aguanta a guiso y mate cocido todo el año, pero las fiestas sin comida, no”.
Así de clarito recibieron el mensaje en la Casa Rosada, al tiempo que se le agregaron los telefonazos de los gobernadores que claman por saber si contarán con alguna ayuda “extra” para intentar calmar las inquietas aguas de sus administraciones provinciales. Y es que, además, el pueblo sabe que el kirchnerismo se encuentra en su fase de ajuste, por lo que decidió eliminar el IFE y no tener en cuenta a la inflación a la hora de modificar la movilidad jubilatoria.
Es por ello que, ni lerdos ni perezosos, desde el oficialismo evalúan incrementar el gasto público en diciembre reforzando los ingresos de los sectores más vulnerables. Sin reparar que cuanto más dinero circule en las calles, más fuego inflacionario representará para los precios de los productos en las góndolas. De todos modos, la bajada de línea apunta a que no se produzca el caldo de cultivo que propicie eventos como los ocurridos en el 2001.
Y es que el fantasma de los saqueos jamás abandonó del todo a la clase política, que sabe que el estallido se encuentra a la vuelta de la esquina en un contexto como el actual de crisis socio económica. Cabe recordar que las cifras de pobreza estructural y desempleo en medio de la pandemia mundial de coronavirus es similar a la que existía luego de que se instalara el corralito en la Argentina del fin de la convertilidad donde un dólar era igual a un peso.
Es por eso que hasta cajas navideñas preparará el Gobierno nacional que estarán listas para ser repartidas en el Conurbano bonaerense por parte de intendentes y punteros políticos para intentar pasar fin de año lo más en paz que sea posible. Luego, vendrá el ajuste de enero del 2021, cuando las tarifas de servicios como la electricidad, el gas y el agua, aumentarán dentro del plan de ajuste con el que se castigará a la clase media. La idea del kirchnerismo es sobrevivir a este 2020 que no deja más que muerte y pobreza a causa de una pandemia no registrada en mucho tiempo. Pero también a causa de medidas sanitarias y políticas económicas tan erradas que desembocaron en un fracaso. Será la sociedad la que deba pagar los platos rotos de una administración, que carga sobre sus hombros, un desgaste que no pareciera ser el del primer año de gestión, y es que ya gastó el crédito que tenía.
