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Cristina Kirchner es la propia artífice de su decadencia

El Gobierno se convirtió en un ignominioso rejunte de funcionarios que se pelean entre sí y transforman a la Argentina en un país enfermo.

cristina fernandez enferma
Cristina Kirchner
Descacharreo

Los argentinos tenemos la pesada carga de soportar nuestras propias penas, que no son pocas. Padecemos el peor gobierno democrático de la historia argentina. Cristina Kirchner es la responsable de todo el desaguisado que nos hunde como nación en la peor podredumbre moral que hemos padecido en democracia, pero no se hace cargo. Es una fiel creyente de su propio relato.

La respalda una nada despreciable feligresía que le sirve como sustento de todos sus privilegios, fueros, dietas, jubilaciones, etc. pago por los contribuyentes. Cristina Kirchner es la propia artífice de su decadencia. Tuvo todo para ser recordada como una gran dirigente, pero no pudo con su ego y terminará siendo perpetuada por la corrupción que siempre la rodea en los gobiernos de tinte populista que motoriza. Kulfas expuso un escándalo más.

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El gasoducto “Néstor Kirchner”, más allá de cómo termine esa nueva saga de corrupción y prebendas a las que nos tienen acostumbrados los gobiernos de la actual vicepresidenta, es la demostración más cabal de la desgracia argentina. Peo también de la impotencia para hacer las cosas que se necesitan hacer para tener un país mejor. Malos dirigentes generan malas soluciones. Lamentablemente nos gobiernan los peores.

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Está confirmado, Argentina es un país enfermo y en terapia intensiva. La incoherencia de lo que nos está pasando como nación se ve reflejada, entre otras cosas en la dicotomía de un valor récord para la soja que se contrasta contra los más de 2000 puntos de riesgo país y la fuerte caída en la cotización de los bonos argentinos, sumado a la falta de gasoil, y la paralización de importantes sectores del arco productivo nacional.

El primer acto de corrupción de un funcionario es aceptar un cargo para el cual no está preparado. La administración nacional se ha convertido en muy poco tiempo en un gobierno infame. Un ignominioso rejunte de funcionarios que, divididos se pelean entre sí, convirtiendo a la nación en tiempo récord en un país periférico y sólo apto para las aves de rapiña, ya que nadie que se considere serio vendría a invertir con las reglas de juego que hoy tenemos.

Resulta muy doloroso ver como la nación, sin tener una guerra que nos divida internamente o un invasor (como la cruel ocupación rusa sobre Ucrania) nos hemos convertido en un país que se quedó al “borde” del mundo, cooptado por el narcotráfico, la tranza política y las prebendas. Argentina es un gran país. Es tan bueno que pese a nuestros recurrentes esfuerzos aún no terminamos por demolerlo. Hacemos todo lo posible, pero se resiste.

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El “tercer mundo” nos empezó a quedar grande hace tiempo. En 1913 teníamos el potencial y competíamos de igual a igual con países como Suiza. Hoy ni siquiera nos acercamos. La mala política es la principal explicación que encontramos para nuestra debacle. El sistema de valores de nuestra sociedad está colapsado. Votamos candidatos que sabemos se van a servir de lo público, y no para servir al público que los votó.

Siempre, claro está, hay honrosas excepciones, pero lamentablemente los malos ejemplos son superiores en cantidad. Los malos gobiernos nos han convertido en una nación pobre, quebrada, mal administrada, con prebendas por todas partes. No hay rincón de la administración pública por donde no salga un poco (o mucho) olor a podrido. Tenemos (y seguiremos teniendo) un Estado bobo que gasta mal y mucho.

Somos un país sin rumbo porque los ciudadanos lo permitimos. Porque votamos como votamos, estamos como estamos. Sólo a un sector muy reducido de la población le interesa la política y el análisis de lo que “está pasando”, el resto, la gran mayoría, van a votar como “zombis” a los que poco o nada les importa si en la lista que le dieron para insertar en las urnas hay candidatos más o menos preparados.

Es claro que para quejarnos de lo que somos como nación, primero deberíamos quejarnos de nosotros mismos, ya que somos los principales responsables, sin el voto no hay dirigente ni discurso político que valga. No sabemos, como sociedad, hacer valer nuestros votos, por eso nos gobierna el peor gobierno de la historia argentina en democracia, al que solo le preocupan sus rencillas internas. El pueblo puede seguir esperando.

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