Así como el Doctor Jekyl y Mr Hide, el Gordo Mortero tiene dos personalidades. Por un lado es el forajido que atacó al Congreso el 17 de diciembre del 2017, ocasión donde volaron 14 toneladas de piedra y 162 personas resultaron heridas, 88 de ellas policías (dos de ellos de gravedad). Por el otro es Sebastián Romero un atildado candidato a Senador.
El Gordo Mortero se cortó las rastas y desde el living de su casa (donde cumple condena domiciliaria) se lanzó como precandidato a senador por la provincia de Santa Fe. Aspira a entrar por la puerta grande a la misma Institución que años atrás atacó con un arma inventada por él para la ocasión.
Así es la democracia, a veces un poco boba. O quizás no lo sea la democracia, sino quienes votamos a los corruptos, a los ineptos y a los que muestran su total desprecio por las reglas democráticas. Como en el caso de este candidato que atacó con un arma al mismísimo Congreso mientras los representantes de todos estaban debatiendo una ley.
En muchos países existe la denominada ley de “Ficha Limpia”, que impide que se presenten a elecciones los condenados por corrupción. En Argentina esa norma no existe. De la misma manera que tampoco hay ninguna prohibición para que se postulen quienes demostraron ser abiertamente antidemocráticos.
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Es por todo eso es que Sebastián Romero, se postula como Senador por el Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU) que participa en la interna del Frente de Izquierda y de los Trabajadores. En resumen: porque ninguna norma se lo prohíbe y porque cree que somos bobos.
Pero eso no es todo. El Gordo Mortero también dice que es un preso político. Y así como India tuvo a Gandhi, Sudáfrica a Nelson Madela y Estados Unidos a Martin Luther King, presos políticos que luego redimieron a sus pueblos; los argentinos contamos desde ahora con el Gordo Mortero.
Como Mandela que pasó 27 años en la cárcel, el Gordo Mortero tiene domiciliaria y lanza su candidatura por zoom. Como Ghandi quien tuvo que exiliarse para salvar su vida, el Gordo Mortero se fugó 2 años a las playas Uruguayas. Y como Martin Luther King fue encarcelado más de 30 veces, Sebastían Romero quiere esconderse detrás de los fueros que puede darle una banca en el Senado.
Esa misma Institución a la que 3 años atrás, disparó con un arma.
