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El kirchnerismo continúa insistiendo en ir por todo aunque el abismo esté cada día más cerca

Y lo hace frente a una inflación que convierte nuestra moneda en papel picado y el futuro en un pozo aún más negro.

sergio massa y cristina kirchner
La vicepresidenta Cristina Kirchner y Sergio Massa
Descacharreo

Sin candidatos confirmados todavía y mientras desvelados analistas y encuestadores procuran arrojar sus mejores pronósticos mirando la debacle económica e institucional, los meses que quedan del año electoral plantean un desafío plagado de incertidumbres. Está claro que el kirchnerismo dará batalla. Sin descanso, fieles a sus consignas y más dispuestos a todo que nunca, trabajan tenazmente para no perder el caudal de votantes que les asegure conservar espacios de poder y, sobre todo, impunidad.

La gran duda radica en cuántos abandonarán las huestes de un movimiento en caída libre con una masa crítica también víctima del desencanto. Urge intensificar maniobras y medidas para seducir votantes, nada nuevo en un espacio que desde hace más de 20 años lleva el sello del más rancio populismo demagógico. En el conurbano bonaerense se librará, una vez más, la madre de todas las batallas.

Fumigación y Limpieza

Aún con arcas exiguas, ante el peligro de perderlo todo, en detrimento de muchas provincias, la repartija hace foco en esta necesidad perentoria y un flaco “plan platita” busca reactivarse para tratar de seguir cautivando el voto. Tan afectos a las mentiras y a las trampas, quienes nos gobiernan no cejan en sus esfuerzos por fidelizar el voto kirchnerista duro sabiendo que no alcanza para huir de la derrota.

Movilidad Urbana

Redoblando la apuesta, no escatiman medios para atraer a más, en un todo vale que no por conocido debería dejar de estremecernos cuando se observa en su conjunto. Tanta ideologización de la pobreza ha dado sus frutos luego de 20 años de kirchnerismo; números que duelen y espantan. Van de la mano de la conveniente desvalorización y desacreditación del mérito y del esfuerzo, de la demonización del espíritu emprendedor y del valor de la libre empresa.

Varias generaciones de argentinos no asignan ya valor alguno al trabajo, pretenden vivir del Estado toda su vida. Se estima que solo tres de cada diez varones y una de cada diez mujeres que alcanzan la edad jubilatoria están en condiciones de cobrarla. Más de 25.000 inscriptos suma ya la última edición aprobada hace un mes. Recordemos que, con la moratoria de 2005, se sumaron al sistema dos millones y medio más de jubilados sin los años necesarios y, mucho menos, los aportes.

Con el crecimiento exponencial del empleo público se expone el nivel de derroche e inoperancia de un Estado elefantiásico que alimenta sistemas feudales en provincias para sostener en el poder a siniestros personajes. Sin mencionar la sangría de recursos en manos de funcionarios incompetentes, tantos con abultados sueldos o simples ñoquis municipales, provinciales o nacionales.

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Hasta la soberanía se negocia si puede traducirse en votos o dineros. Desde una base china instalada en la Patagonia, a la vista gorda cuando no el apoyo explícito, a grupos de delincuentes disfrazados de pueblos originarios que siembran con violencia el terror mientras amenazan con erigir en nuestro territorio sus supuestos Estados. Ni hablar de la entrega de tierras a título gratuito en distintos lugares de la Argentina; la colectivización de la propiedad también da buen rédito político, aunque viole la Constitución.

Para colmo, cada vez que la prensa independiente alzó la voz, la agresión se intensificó y la pauta publicitaria a ella asignada se redujo para multiplicarse en los medios afines. Carpetazos, denuncias falsas, aprietes, métodos mafiosos también se volvieron costumbre cuando los escándalos tomaban estado público dejando al descubierto la gigantesca matriz de corrupción instalada.

A la hora de juntar fondos para la campaña, convenientemente obstaculizada la ley que obliga a transparentar sus orígenes, los negociados entre los amigos del poder están más que nunca a la orden del día. Con alguna posibilidad de ser el elegido por la dedocracia cristinista, el inefable y volátil Sergio Massa intensifica sin disimulo sus gestiones. Recompra deuda que después venderá más cara, otorga aranceles especiales para monopolizar mercados, diseña dólares a medida y sonríe ante las cámaras mientras hipoteca el futuro del país.

Los hechos confirman no solo su incapacidad para encauzar una situación hoy desmadrada, sino también su arraigada y servil desvergüenza. Aunque el rey esté desnudo seguirán haciendo todo lo que esté a su alcance para tratar de arroparlo convenientemente. El relato no cesará, aunque la inflación convierta en papel picado nuestra moneda y el “vamos por todo” resuene amenazante en nuestros oídos. El abismo está cada vez más cerca.

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