Bajo la nueva administración de la intendenta Rossana Chahla, la ciudad de San Miguel de Tucumán ha experimentado un mes de intensa actividad municipal, enfocada en mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Con un enfoque en la semaforización, iluminación, reparación de calles y limpieza, el gobierno local ha logrado avances significativos en áreas críticas que afectan el día a día de la comunidad.
Desde el comienzo de su mandato, la intendenta Chahla ha priorizado la atención a las necesidades básicas de los vecinos y vecinas, abordando problemas de larga data que habían sido postergados. La Dirección de Alumbrado y Semáforos, junto con la Secretaría de Obras Públicas, ha sido fundamental en estos esfuerzos, logrando resultados notables en poco tiempo. Es por ello que el alfarismo decidió salir con los tapones de punta.
Y es que todo indica que Alfaro no puede sobrellevar el duelo lógico que todo dirigente político debe atravesar luego de haber sido duramente derrotado en las urnas. Y es que no se trató de cualquier derrota debido a que, tanto la pérdida de la intendencia por el fracaso de su esposa, Beatriz Ávila, en manos de Rossana Chahla, como la imposibilidad de obtener una banca en el Congreso tras perder las PASO con Campero significan el desierto político para el mandatario municipal.
Es por ello que, perdido por perdido, justo en el primer día de la gestión de Rossana Chahla, en el edificio de 9 de Julio y Lavalle, cerca de un centenar de personas consultaron cuál era su lugar de trabajo. Eran unas 100 personas que estaban en la municipalidad que preguntaban dónde iban a trabajar, donde iban a prestar servicio. Ni ellos sabían. Claro, porque eran los “ñoquis” de Germán Alfaro.
A raíz de esto se inició un proceso de control y se detectó que en los últimos 60 días hubo una serie de incrementos de la planta permanente del municipio que asciende a 551 personas. De ese universo de empleados que ingresaron en forma irregular, un grupo de 200 personas ingresó a planta permanente sin tener ningún tipo de antigüedad. Muchos de ellos no cuentan con legajos completo, ni siquiera está la fotocopia de su DNI.
El resto contaban con contratos temporarios, que se vencen el próximo 31 de diciembre. Estos cobraban $30.000 y después se los pasaba a planta. Además, gracias a la auditoría, la nueva gestión encontró que en los últimos cinco meses de gobierno de Germán Alfaro al frente de la Capital, se nombraron en planta permanente 1.700 empleados, con un sueldo promedio de nada menos que casi $260.000.
Es por ello que la “limpieza” de personal contratado de forma irregular por Alfaro, le significaría $4.000 millones de ahorro total al Municipio en una primera etapa, lo que implica $200 millones menos al mes de erogaciones salariales. No en vano, desde Tucumán Despierta, hace unos meses, mostramos cómo Germán Alfaro utilizaba la caja municipal para hacer campaña. Al quedar al descubierto junto con el “barrido” de sus “ñoquis”, se le salió la cadena.
O, mejor dicho, les soltó la cadena a sus dos perros falderos, es decir, Alfredo Toscano y Rodolfo Ocaranza, quienes, con total falta de vergüenza, criticaron a la intendenta Rossana Chahla por dejar sin efecto todas las designaciones de personal realizadas en los últimos meses por su antecesor en el cargo. De forma hipócrita, se atrevieron a considerar que, de esta manera, se agredió al trabajador con inestabilidad laboral.
Siendo verdaderos desvergonzados, sobre las últimas designaciones de Germán, Alfaro, Alfredo Toscano dijo que se tratan de “titularizaciones” de personal que ya venía trabajando hace más de cinco años y volvió a repudiar la falta de notificación a los trabajadores por el despido sin ninguna causa. Aseguró que, así, la intendenta busca instalar un “clima de amedrentamiento” entre los empleados.
En definitiva, el alfarismo en su conjunto, tanto el dueño del circo, como es el caso de Germán Alfaro, como los payasos, es decir, el séquito de perros falderos como Rodolfo Ocaranza y Alfredo Toscano, entre otros, siguen sin entender que son los perdedores de la democracia en su versión 2023. Siguen sin querer entender que la gente los expulsó de la Municipalidad y que les pusieron un alto a la ineficiencia de su deplorable gestión.
La ciudadanía en su inmensa mayoría les dijo que basta de “ñoquis”, basta de funcionarios que muy posiblemente deban rendir cuentas a la Justicia, aunque ningún fiscal se mueve vaya a saber por qué espurias razones. ¿Acaso no habría que revisar cómo se habrían enriquecido a costa del erario público? Sin embargo, y apoyados en el todavía blindaje mediático del que goza el alfarismo, muy sueltos de cuerpo ahora intentan embarrar la cancha a la gestión de Rossana Chahla.
En definitiva, lo cierto es que los ciudadanos saben que la desidia en la gestión alfarista dejó sumida a la Capital en el noveno círculo del infierno de Dante. También saben que la flamante intendenta Rossana Chahla está implementando una gestión que comienza a dejar en el pasado una administración que todavía sigue pesando sobre los vecinos que le dieron la espalda tanto en las elecciones provinciales como en las votaciones nacionales.
Sería deseable que el ex intendente desista de continuar boicoteando el futuro de la gente y que pronto comience a dar explicaciones a la Justicia sobre el despilfarro de recursos de la gente y de minar de empleados fantasmas otra vez, a costa de los vecinos. Es de miserable la actitud del alfarismo, pero es todavía peor el hecho de que no respeten la voluntad popular que los echó del Municipio hasta nuevo aviso.
