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Germán Cano, el verdugo de Boca y River en la Libertadores: el souvenir que se llevó tras ganar la final con Fluminense y los impactantes récords

El atacante abrió el triunfo por 2 a 1 en el Maracaná y totalizó 13 conquistas en el certamen. Cómo alcanzó el pico de su carrera a los 35 años cuando la mayoría de los futbolistas entra en el declive: “A mi hijo le puedo decir que soy campeón”

Germán Cano
Cano alza el trofeo de la Libertadores en el Maracaná (REUTERS/Ricardo Moraes)
Descacharreo

“La pelota me la pidió mi hijo Lorenzo. Por suerte se la puedo llevar. Le puedo decir que soy campeón de la Libertadores, un sueño que nos trazamos desde el primer partido y por suerte lo pudimos conseguir. Valió la pena dejar muchas cosas de lado y hoy poder jugar contra un rival como Boca, que representa mucho a nivel mundial; fuimos justos ganadores”.

Germán Cano acuna el esférico como si fuera un bebé. A los 35 años, en un tardío (en la media de los futbolistas) pico de su carrera, fue gran artífice del título de Fluminense, que venció 2-1 a Boca Juniors en la final disputada en el Maracaná. Los números no hacen más que resaltar su incidencia en el hito: anotó 13 goles, la misma cantidad que todo el plantel del Xeneize a lo largo de la competencia.

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Y, según indicó el estadígrafo Mister Chip, se convirtió en el primer jugador en la historia de la competencia en marcar en los dos duelos de cuartos de final, en los dos de semi y en la definición, en la que abrió el score luego de recibir el centro atrás de Keno y tras cruzar el remate para evitar la estirada de Chiquito Romero. También le había firmado un triplete a River en fase de grupos. Hoy ostenta 37 tantos en 55 partidos en lo que va de 2023. Y la corona de América.

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Nacido el 2 de febrero de 1988 en Lomas de Zamora, debutó en la Primera de Lanús en 2008 y luego pasó por Chacarita y Colón de Santa Fe en busca de continuidad. Apenas se apuntó tres goles, valorado por su entrega, pero sin amistarse con el arco y resistido por las hinchadas. Con vaivenes en el fútbol local, explotó en Colombia, donde jugó en el Deportivo Pereira e Independiente Medellín.

Entre su experiencia en los clubes cafeteros estuvo un año en Nacional de Paraguay y también se desempeñó en México, en el Pachuca y el León. Pero fue en Brasil el lugar en el que volvió a saltar a los primeros planos y Río de Janeiro lo recibió con los brazos abiertos. En 2020 se incorporó al Vasco da Gama y este año llegó al Flu, donde se convirtió en una máquina de hacer goles. En sus últimos tiempos en Brasil, los hinchas lo pedían para la selección argentina o, en su defecto, para la Verdeamarela, como nacionalizado. Síntoma del furor que despierta.

En esa espiral ascendente en su trayectoria tuvo mucho que ver su personalidad. Así lo subrayó Daniel Rivero,su primer formador en Lanús, club que lo vio nacer desde la Prenovena hasta que debutó en la máxima categoría. “Es un jugador muy temperamental. De chiquito quería ganar a cualquier precio y se la pasaba discutiendo en la cancha, no se callaba nunca”, recuerda quien, además, fue el preparador físico en el cuerpo técnico comandado por Carlos Lodico en las categorías juveniles.

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“Cano tuvo la mala suerte de caer en una categoría que estaba llena de talentos como Sebastián Blanco, el Laucha Acosta, Carlos Quintana, que está Rosario Central, y Sebastián Leto, entro otros. Cuando llegaron a Reserva, integraron esa categoría con la 88 y armaron un equipo comandado por Ramon Cabrero y el Pampa Zubeldía. La Reserva granate se coronó campeón en el 2007. German jugó muy poco en la élite ya que competía en su puesto con el Pepe Sand y Diego Valeri, entre otros hombres de ofensiva. De esta manera, Lanús lo cedió a préstamo a Chacarita Juniors para que fuera teniendo rodaje”, explicó la explosión demorada.

Admirador del brasileño Ronaldo Nazario, Rivero lo compara con otra deidad en en el mundo de los delanteros: “Por su arranque y pegada es muy parecido a Gabriel Omar Batistuta, sin dudas”. “Maduró mucho. De chiquito tenía un carácter especial, quería ganar a cualquier precio y se la pasaba discutiendo en la cancha, no se callaba nunca. Recuerdo que en un partido, en la categoría 88, que se jugó en la cancha 1 de las Inferiores, enfrentamos al Independiente del Kun Agüero, que estaba imparable; nos metió como cinco goles ese día. Entonces, se mostraron muy calientes el Laucha Acosta, Blanco y él. Es así como a Germán no lo pudieron tranquilizar. Entonces, fue a tirar un córner e insultó al árbitro de arriba y abajo por lo enojado que estaba, y lo terminó expulsando. Luego, le dieron ocho fechas de sanción. Hoy, es un señor, un caballero”, evocó el orientador.

“En Colombia empezó a madurar de a poco. Cuando se fue a Brasil, primero a Vasco Da Gama y luego al Flu, cambió mucho, se casó, su mujer lo fue encaminando y sus hijos también. Hoy es un jugador profesional con todas las letras. Germán siempre fue medio fortachón, retacón. Hoy está bien físicamente porque lo fue trabajando. En Novena lo veía un poco con problema de peso, pero a esa edad no podía exigirle que bajara de peso de una, sino que lo íbamos manejando con los entrenamientos a diario”, dio un detalle desconocido sobre sus orígenes.

El dato particular: “Siempre fue de Boca, desde chiquito”. En consecuencia, se convirtió en verdugo de su viejo amor. Esta vez pensó en él, en el clímax de su carrera. El veterano llegó a la cima, pero no se conforma: que se prepare el Manchester City en el Mundial de Clubes: ahí va Germán Cano.

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