Boleto Gratuito

La falta de destino de Alberto Fernández

O se hace como yo digo o no se hace nada, parece ser la máxima de la vicepresidenta. Un primer mandatario sitiado por su socia, tiembla y duda en cada paso mientras el kirchnerismo es brutal y voraz.

alberto fernandez
Alberto Fernández
Descacharreo

Con el gobierno de Alberto Fernández, ocurre algo dramático. Por momentos la sensación es que ni comenzó. El mediocre acuerdo con el FMI es suficiente señal de transitoriedad y carencias. Y ni bien fue firmado comenzó a ser aniquilado por las propias mandíbulas de la interna oficial. Algo que no extraña y hasta fue anunciado sin rubores, porque si algo caracterizó a esta administración no fue la gestión sino el bloqueo de los propios que nunca fueron propios.

El reciente caos en las calles y el caos que ya amenaza esta semana, lleva su firma y la de su hijo. Desde otra firma, la del acuerdo, el albertismo vivió una especie de resurrección. Con esos hilos de incipiente vitalidad buscaron entonar a un Presidente famélico de músculo político. Pero los titubeos y la falta de firmeza para imponer su propia autoridad consumen toda iniciativa propia, que arranca con fuerza y se debilita como la llama de un fósforo húmedo.

Fumigación y Limpieza

Y, mientras el Poder Ejecutivo no ejecuta y flota en sus dilemas, su iniciativa se despedaza y Cristina avanza. Es curioso, el rearme de Cristina puede ser de poder residual porque para ella el poder tiene que ver con las chances de ganar una elección y la realidad es que acaban de perderlas. En ese pragmatismo, ella construye su resistencia desde el mismo día de la derrota en las legislativas.

Movilidad Urbana
cristina kirchner durante la ultima uq6hpctfr 1256x620 2
Cristina Kirchner, durante la última sesión del Senado (Foto: Juano Tesone).

Y hoy su espacio aparece alineado con las fuerzas más radicalizadas del espectro político, las de la izquierda. En horas recientes, La Cámpora, confirmando los lineamientos de Máximo en su reciente discurso, dejó claro cuál es el lugar donde se ven a sí mismos en el tiempo que viene: la calle. La contradicción que se impone es que llaman a tomar las calles, pero se abroquelan en las cajas. Ahí es donde aparece la morosidad del Presidente.

Internamente, no le responden quienes ocupan los lugares del gobierno donde deberían cumplirse sus órdenes. Un Presidente que no puede hacer, es todo lo que ha configurado de sí mismo. A tres semanas del acuerdo con el Fondo, no encaró el tema inflacionario, no aseguró los engranajes de cumplimiento del acuerdo y no salió del ensimismamiento que lo vuelve desconectado de una crisis que es de una gravedad pocas veces vista.

El cristinismo sigue teniendo claras sus premisas: 1) Impedir un ajuste que toque sus cajas políticas, el resto no les importa; 2) Asegurar lo que puedan en el tiempo que les queda los resortes judiciales para la impunidad de Cristina; 3) Y el movimiento contradictorio de quedarse e irse al mismo tiempo, de ser oficialismo para el dinero y oposición para las políticas. Nada de esto les sería tan fácil si Alberto Fernández tuviera tono y sustancialidad.

Banner Tucumán Despierta
Banner Tucumán Despierta

Pero un gobierno fláccido políticamente que gastó toda su energía en disimularlo, sólo encuentra a cada paso, el poder que no construyó, la gestión que no produjo, y el campo minado que dejó hacer. El incipiente relanzamiento del gobierno parece gozar en estas horas de la misma poca credibilidad que la guerra contra la inflación que verá su derrota en otro lapidario índice esta semana.

A la farsa, se la creen ellos solos, mientras que a Cristina Kirchner no le importa nada, nada que no sea ella, y está dispuesta a todo. Si acaso no puede irse, por su imperiosa necesidad de mantener fueros y cajas, su permanencia es más que intención de unidad, un cerrojo al propio gobierno nacional que ella misma gestó. O se hace como yo digo o no se hace nada, parece ser su máxima.

Un Presidente sitiado por su socia, tiembla y duda en cada paso mientras el kirchnerismo es brutal y voraz. La paradoja, es que mientras se consume su presidencia, el jefe de estado sigue haciendo el amague de comenzar, esta vez, sí, su mandato, a pesar de tener el gobierno ocupado por quienes lo dejaron virtualmente solo. Nadie sabe si el inminente cambio de gabinete sellará cierta paz o la guerra total.

Es tal el nivel de agotamiento político que uno de estos días, mientras siguen hablando de cómo arrancar, se darán cuenta de que ya comenzaron los aprontes para las próximas elecciones presidenciales. Ante nuestros ojos se despliega una presidencia sin destino que se empeña en construir su propia contradicción de llegar al punto de terminar el mandato sin siquiera haberlo comenzado.

Dejanos tu Comentario