Uno de los principales conflictos que tiene el Gobierno para intentar empujar a la baja la inflación es contener el alza de los alimentos y bebidas. Pero su mala política en esta materia, por el contrario, ocasionó que, se acelere la presión inflacionaria. Esto se debe al hecho de que en la primera quincena de enero solamente los alimentos ya aumentaron cerca del 3%, es decir, en apenas unas dos semanas.
De acuerdo a los datos de la consultora Focus Market, cerró el 2020 con una suba de 37,41% respecto de diciembre de 2019, mayor a la medición oficial de la inflación por parte del Indec. Pero el año pasado terminó y ahora la preocupación es qué sucederá este 2021 con el rubro que hasta ahora no ha podido ser domado, justamente, el de los alimentos y bebidas, de los más sensibles a la hora de medir el consumo.
Pero mientras se discute en el interior del Gobierno la posibilidad de desacoplar los precios internos a los de los mercados internacionales, la primera quincena de enero ya dejó una primera foto de cómo arrancó el año para el ítem que más pondera en el número final del índice de costos de vida. Y es que claramente se está notando que está subiendo y mucho lo que tiene que ver con frutas y verduras.
Cabe recordar que durante el 2020 fue uno de los rubros que más subió en todo el año y eso sigue sucediendo en los primeros días de enero. Según los especialistas, la primera semana de aumentos de precios de los alimentos estuvo impulsado por el incremento de carne, básicamente vacuna, y la segunda semana lo que está pegando fuerte es pollo. Ahí está el desafío del gobierno con una inflación de alimentos que se acelera.
Pero, además, cuando se anualiza la inflación general del último trimestre del 2020, estamos en un ritmo inflacionario anualizado del 54%. Al respecto, es necesario recordar que el año pasado dejó inflación reprimida en términos de congelamiento tarifario, de paritarias muy contenidas por la recesión y muchos precios que estuvieron afuera mucho tiempo del año por la cuarentena.
En consecuencia, existen consultoras que ya proyectan que la suba de precios se ubicará en torno del 3,5% en el primer mes del año 2021. Esto implica una mínima desaceleración respecto a diciembre 2020, que el Gobierno nacional intentará vender como una buena noticia, pero que en realidad refleja una dura realidad, “que la suba de precios persiste en niveles muy elevados, es decir, cerca de un 50% anualizado”.
Por eso es que muchos analistas aseguran que la inflación en 2021 cerraría en torno a 45%. Esto se corresponde con presiones cambiarias que volverán en la previa electoral, aumentos tarifarios que serán impostergables al cierre del año y unas negociaciones paritarias que serán más dinámicas que en el 2020, en un marco sanitario crítico pero que, a diferencia de 2020, no vendría acompañado de fuertes restricciones a la circulación y la actividad, al menos, por ahora.
