Vacunación Dengue

La oligarquía sindical es cómplice del kirchnerismo

Ellos cantan la marcha peronista en todos los actos, levantan sus dedos en “ve”, exigen cajas millonarias y puestos en el estado o en el Congreso.

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Vacunación Dengue

Se despertó la CGT. Estuvo durmiendo la siesta de la complicidad con este gobierno. Se despertó, pero no tanto. Porque el comunicado de la central obrera no habla de lucha ni de medidas de fuerza en la mayor catástrofe económica en muchos años. Entre bomberos no se van a pisar la manguera. Entre compañeros peronistas no se van a pelear. ¿Se imaginan lo que hubieran hecho estos sindicalistas millonarios y en muchos casos mafiosos, con un gobierno no peronista?

¿Que hubieran hecho los Moyano, los Caballo Suárez, con casi 19 millones de pobres y casi 4 millones de indigentes? ¿Qué movilizaciones hubieran lanzado personajes de la calaña del Pata Medina o Baradel cuando hay más de 5 millones 600 mil trabajadores están en negro y la inflación proyectada supera el 120% que tritura sueldos y haberes jubilatorios y cualquier paritaria?

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Estos personajes nefastos hubieran parado el país. Paro nacional y huelga salvaje por tiempo indeterminado. Pero como gobierna el peronismo kirchnerista y chavista, apenas sacan un comunicado después de 7 meses de silencio absoluto. La oligarquía sindical es uno de los problemas más graves que deberá afrontar el próximo gobierno. Defienden sus privilegios. Son gremialistas y trabajadores pobres.

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Son monarcas que están sentados en el trono por años y años. Tienen reelección eterna y ganan elecciones con listas únicas y urnas y padrones amañados. El paro sería para el primer día del gobierno que viene. No tenga dudas que eso va a ser así. Siempre fue así. A los gobiernos peronistas, todo. Y a los gobiernos no peronistas, ni justicia. Ya lo dijo el general. No se les cae la cara de vergüenza.

El dólar vuela, todo se cae a pedazos y los jerarcas y burócratas sindicales miran para otro lado y para disimular sacan un papel pintado con algunos adjetivos un poco más hostiles. Pero un poco, nada más. En realidad, el objetivo no son los derechos de los trabajadores si no sus privilegios y los curros de una corporación que no rinde cuentas, que no muestra sus declaraciones juradas y que está sentada en forma vitalicia en el sillón de comando de los gremios.

Este es uno de los motivos porque muchas empresas no quieren invertir en la Argentina o porque muchas deciden irse a otros países donde hay gremios fuertes pero que no son extorsionadores ni corruptos. No queremos generalizar porque el que generaliza discrimina, pero la gran mayoría de los gremialistas argentinos viven como jeques árabes mientras dicen representar a trabajadores que viven en un desierto de inequidades.

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Eso no ocurre casi en ningún otro país. En Uruguay o Chile, por ejemplo, los dirigentes sindicales son combativos y clasistas en algunos casos, pero viven como dicen y como la mayoría de sus representados. No andan en autos de alta gama con vidrios polarizados, con guardaespaldas pesados de armas llevar ni con una vida lujosa digna de magnates. Ni que hablar de los más violentos y cristinistas como Mario Manrique del Smata.

Vale la pena repetir la salvajada que dijo llamando a expropiar la soja, prenderles fuego a los empresarios y romperles el orto a los formadores de precio. Insistimos, no decimos todos, porque conozco dirigentes honestos que pelean por los derechos laborales, pero una mayoría son explotadores de sus propios gremios. Lo cierto es que no permiten que haya oposición ni alternativas.

Manipulan fortunas de las Obras Sociales. Y no pueden explicar su fortuna. Y dinamitan cualquier tipo de progreso y aumento del empleo con sus abusos, bloqueos y tozuda oposición a reformas laborales que permitan incorporar a más trabajadores o blanquear a los más de 5.600.000 laburantes que están en negro. Otro récord nefasto. Son trabajadores que no tienen obra social ni ningún beneficio laboral.

Pero a la crema de los burócratas y jerarcas sindicales, no les interesa. Están los Baradel que apuestan a trabajar lo menos posible, a llenar de paros el calendario escolar y a perjudicar la educación pública, aunque se llenen la boca diciendo lo contrario. Ellos cantan la marchita en todos los actos, levantan sus dedos en “ve”, exigen cajas millonarias y puestos en el estado o en el Congreso.

Son voraces cristinistas, no tienen límites. Igual que los Kirchner tienen voracidad por el poder y el dinero. Hay que respetar y valorar a los dirigentes sindicales honestos que defienden a sus compañeros con ideas modernas y sentido común. Y hay que extirpar a los delincuentes que se aprovechan de los trabajadores para enriquecerse y cometer delitos. Basta de oligarquía sindical. El país lo exige.

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