Esta semana será el final del retroceso de la fase 5 a la fase 3 que decretó el Gobierno de Tucumán. La pregunta pasa por qué sucederá luego del fin de semana que viene. ¿Se oficializará el retroceso definitivo a la fase 1 de la cuarentena? ¿Un virtual viaje en el tiempo para llegar al mismo estado en el que se encontraba la provincia a mediados de marzo? Se trata de interrogantes que deberán responder en los próximos días las autoridades locales.
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Este no es un detalle más, de lo que decidan los funcionarios públicos dependerá la respuesta de parte de la sociedad que ya no aguanta más y cuyo hartazgo está a punto de llegar a un peligroso límite. Hasta aquí, las protestas a causa de las medidas implementadas que afectan a la economía han sido repudiadas por empresarios y emprendedores junto con trabajadores. Sin embargo, el factor pueblo es lo que desvela a los gobernantes.
Y es que el Gobierno de Manzur sabe que no sólo no están dadas las condiciones para que se mantengan otros 15 días más la vuelta a la fase 3. Mucho menos tolerable será para la sociedad y para los establecimientos un hipotético retroceso a la fase 1 más restrictiva de la cuarentena. Mientras tanto, la cantidad de contagios se cuentas de a cientos a diario, al tiempo que la cifra de muertes ascendió a medio centenar en apenas unas semanas.
Por lo tanto, el Gobierno local se encuentra entre la espada y la pared a causa de su propia torpeza para manejar la pandemia. Ya ni siquiera puede controlar que efectivamente se continúen produciendo fiestas clandestinas porque hace tiempo la sociedad les soltó la mano. El enamoramiento de la cuarentena eterna les hizo creer que podrían tener anestesiada a la ciudadanía por tiempo indefinido y se demostró que esto no será así.
El sector productivo y comercial reclama volver a abrir las puertas de sus establecimientos y funcionar en horarios más cercanos a la normalidad local. Y es que de a poco el calor empieza a sentirse en Tucumán y la gente no recurre a la siesta para realizar compras. El Gobierno descansa en los gremios amigos para forzar a que las cosas no cambien. Pero esto no hace más que poner en peligro la continuidad de cientos de puestos laborales.
Demasiados frentes abiertos para un Gobierno que no supo enfrentar una pandemia que se desbordó. Más de medio año no alcanzó para tomar los resguardos necesarios para no tener que cerrar todo a expensas de que el sistema sanitario no colapse. Ahora, las consecuencias económicas que deberá enfrentar la provincia ya se sienten en todos lados sin necesidad de esperar a la llegada de la época de post pandemia.
La sociedad esperará ansiosa lo que decidan durante el transcurso de esta semana los integrantes del polémico Comité Operativo de Emergencia (COE). Serán los mismos que no pudieron prever lo que pasaría ni siquiera teniendo a su favor seis meses de cuarentena. De ellos dependerá que el hastío social no desemboque en una furia que no pueda ser ni contenida ni controlada en la calle en pos de no ser avasallados en los derechos.
