Vacunación Dengue

Sergio Massa consiguió vender falsas ilusiones en una Argentina cercana a la hiperinflación

Se trata de un ser impúdico a la hora de canjear algunos principios por otros si la situación lo amerita.

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Sergio Massa
Vacunación Dengue

La primera explicación es que Sergio Massa quedó primero, con el 36,7% de los votos afirmativos, porque la oposición se dividió. En 2019, la fórmula Fernández-Fernández se consagraba con 12,9 millones de votos y Massa anoche consiguió 9,6 millones. Perdió más de tres millones de votos de una elección a otra. No obstante, es el gran ganador. En las elecciones de medio término de 2021, Juntos por el Cambio había sacado el 42,75% y el Frente de Todos, el 34,5%.

Milei era por entonces una fuerza minoritaria que cosechó el 4,67%. Ahora, Juntos por el Cambio se redujo al 28,3%, La Libertad Avanza trepó al 29,98% y Massa –Unión por la Patria, ahora– se movió al 36,7%. Mérito o no del peronismo, que fogoneó a Milei, la oposición se dividió. Juntos por el Cambio implosionó en su pelea estéril por el liderazgo. No obstante, podría haber sucedido que una de las dos opciones opositoras capitalizara mejor la opción de cambio ante una debacle económica evidente.

Asistencia Pública

La propia Cristina Fernández había culpado a la economía por la derrota de 2021. El propio Daniel Gollán, exministro de Salud de Buenos Aires y ahora diputado oficialista, había dicho que el escándalo del llamado vacunatorio VIP o del cumpleños de Fabiola hubieran dolido menos si Martín Guzmán hubiese activado algo. “Con un poco más de platita en el bolsillo, sería otra cosa”, lanzó entonces.

Cumplimos

Y acá empiezan a tallar algunas de las estrategias que desplegó el abogado Massa desde el primer día que llegó al sillón de Economía con el único objetivo de ser candidato a presidente. Esa obsesión no hay que perderla de vista. Impulsó un “plan platita” y funcionó. Desplegó anuncios de todo tipo y color: bonos a jubilados; suma fija a empleados públicos y privados; bono a las empleadas domésticas; refuerzo de $ 20 mil del Potenciar Trabajo; un extra para la Tarjeta Alimentar.

También créditos subsidiados a monotributistas; eliminación del Impuesto a las Ganancias y reintegro del IVA por $ 18.800 al mes hasta cuando sacás plata del súper. Para muchos, eso está visto como una irresponsabilidad, porque semejante emisión coquetea con la híper. Para otros, es una audacia que funciona. Muchos miran exclusivamente su baldosa, y si la rueda gira, poco importa el descalabro macro. Acertó en la narrativa.

El eje de campaña del último tramo fue “no somos un país de mierda”, en el fondo no estamos tan mal y lo malo se puede corregir, porque hay esperanza. Para quienes irse del país ni siquiera es un plan lejano y saben que no queda otra que apostar acá, esa mirada positiva puede haber resultado sanadora. Ese orgullo de ser nacional, esa identidad argenta, fue captada mejor por Unión por la Patria que por otras opciones que hablan de dinamitar y empezar de cero o abrir todos los frentes de batalla a la vez.

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Sirvió la campaña del miedo. Massa instaló esto de que “vienen por tus derechos”, con el tren a $ 1.100 y el colectivo a $ 700. Pero Milei se equivocó porque trasladó su propuesta de motosierra, dirigida a barajar y dar de nuevo en la economía, a otros temas más sensibles para el electorado, como el ataque al Papa y las relaciones con el Vaticano, la revisión del aborto y hasta la posibilidad de que el hombre renuncie a la paternidad.

Demasiados tableros revoleados cuando lo único que quiere la gente es tener algo más de certidumbre. Convenció al desencantado. El 44% de los votos de Sergio Massa provienen de la provincia de Buenos Aires, donde el aparato de los caciques del conurbano sigue funcionando a la perfección, impermeable a los “Chocolate” o a los Insaurralde. Fueron unos 4,22 millones de votos allí.

Pero en las Paso habían sido sólo 2,8 millones, lo que significa que incrementó 50% su caudal. ¿De dónde? La participación pasó del 70 al 79%: logró que el voto apático, el que en las Paso castigó no votando, fuera para su espacio. Activó el aparato. Además, claro está, recuperó provincias que históricamente fueron peronistas. En Corrientes, Entre Ríos, La Rioja, La Pampa, Río Negro, Santa Cruz, Tierra del Fuego y Tucumán, los resultados se dieron vuelta.

Sergio Massa fue estratégico, porque estuvo en muchos de esos lugares y recuperó el voto de los desencantados. Sonaba raro que en San Antonio de los Cobres hubiesen votado a Javier Milei. O eran votos “prestados” para socavar a Juntos por el Cambio o ahora funcionó el partido… o ambas cosas. Es un tipo con poder. Tiene además un atributo que no es menor en tiempos de turbulencia como el actual.

Y es que está visto como hábil negociador, capaz de plantarse tanto ante gremios como ante piqueteros, impúdico a la hora de canjear algunos principios por otros si la situación lo amerita. Esas anticualidades de “Ventajita” y de caer siempre bien parado pueden convertirse hoy en un atributo válido para quienes temen un salto al vacío y son conscientes también de que la híper es una posibilidad.

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