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Tucumán: “el reino de la arbitrariedad”

Se trata de una provincia en donde los jueces, funcionarios y gremios tienen más peso específico que aquellos que brindan trabajo genuino, todo gracias a los favores que se intercambian los tres poderes del Estado

Casa de gobierno de Tucumán
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Un árbol no debiera de tapar el bosque y la pandemia de coronavirus no debería tapar lo que está ocurriendo en Tucumán. Nuestra provincia se convirtió en la tierra de las arbitrariedades. Para su instalación, los poderosos de siempre se valen del miedo que caló hondo en los tucumanos a raíz del COVID-19 para imponer un nuevo orden desprovisto de toda ética, con el fin de satisfacer sus intereses espurios a costa del pueblo y las instituciones.

¿Cómo no iba a suceder que esto produjera una sociedad harta de la inseguridad que no busca justicia sino ajusticiar a los delincuentes? Si el ejemplo empieza de arriba y la Justicia de Tucumán sólo se preocupa por colocar, en cargos importantes y con fuertes remuneraciones económicas, a familiares cuando no a amigos. Lo más grave es que estas tropelías están a cargo de los mismísimos integrantes de la Corte Suprema de Justicia de Tucumán.

Asistencia Pública

[su_note note_color=”#0A8C06″ text_color=”#ffffff” radius=”10″ class=””]Entonces ¿Qué tipo de Justicia podría esperar la sociedad de este tipo de magistrados? ¿Que cuando no se trata de llenar los bolsillos de sus hijos y de asegurarles carreras dentro de la familia judicial, lo que buscaría sería garantizarles la impunidad a sus propios pares o a integrantes de la clase política? Este es justo el otro factor que hizo de Tucumán la tierra de las arbitrariedades. Así quedó expreso en este medio, de acuerdo a las declaraciones del concejal de Yerba Buena, Héctor Aguirre.[/su_note]

Movilidad

¿En cuántas partes del país puede ocurrir que un emprendimiento inmobiliario, al no ser aprobado dentro de un municipio, busque el favor político en otro? Y lo peor es que lo consigue valiéndose del corrimiento arbitrario e ilegítimo de los límites municipales. Nuevamente, la discrecionalidad se alía a los intereses espurios que se tramitan bajo la mesa y dan como resultado cada vez mayor cantidad de arbitrariedades de todo tipo y color.

Otro tanto ocurre en medio de la pandemia de coronavirus. Se aplican vallados sin avisar, se limitan libertades individuales y se restringe la posibilidad de subsistir a establecimientos gastronómicos y comerciales, que se encuentran en el suelo por la crisis. Sin ningún tipo de criterio, en Tucumán el gobierno local sigue los parámetros establecidos por la administración nacional, y sólo atinó a profundizar el aislamiento social mientras planea hacerlo todavía más si no mejora la situación.

Un aislamiento favorecido por un servicio público de transporte, como el de colectivos urbanos e interurbanos, que no conforme con llevar casi un mes de paro en lo que va del año, ahora también limita la cantidad de horas trabajadas durante los próximos días. Se trata de una provincia en donde los gremios tienen más peso específico que aquellos que brindan trabajo genuino. Todo gracias a los favores que se intercambian los sindicalistas con la clase política.

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Así como la pandemia no será eterna, la paciencia de los tucumanos tampoco, ya que las calles no son tomadas por la ciudadanía sólo por el hecho de que el temor objetivo hacia el coronavirus es lo que prima hoy en día. Sin embargo, el Gobierno y la Justicia no debieran desestimar el cansancio de una sociedad agotada por las arbitrariedades, que a diario no hacen más que restar calidad institucional y pauperizar todavía más la calidad de vida.

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