Día a día no sólo crecen los contagios por coronavirus en Tucumán, sino también la movilización interna de una sociedad alarmada y por momentos paralizada por el temor. Y es que el panorama que muestran las calles tucumanas dan cuenta de la toma de conciencia de gran parte de la población. La misma que en su momento subestimó la pandemia, hoy cae rendida ante la evidencia de lo contagioso y mortal del COVID-19.
El mismo temor e incertidumbre se apoderan de los diferentes mandatarios municipales, que con el paso de las jornadas, lejos de flexibilizar las actividades incurren en un más férreo control de lo poco que continúa abierto y funcionando. En esa línea, las restricciones horarias, como así también los distintos protocolos restrictivos de comercios y locales gastronómicos, están a la orden del día para evitar la propagación de mayores contagios.
De alguna forma, esta actitud de los intendentes termina llevando un poco de alivio a las autoridades sanitarias provinciales. Y es que queda difuminada la decisión oficial de parte del gobierno de aplicar una vuelta encubierta a la fase 1 sin que se oficialice ni se note. Es por eso, que mientras tanto Manzur como Jaldo, aprovechan cuanto micrófono se les acerca para expresar que la idea no es volver a una cuarentena estricta.
Sin embargo, las autoridades sanitarias que se agrupan en el Siprosa y en el Comité Operativo de Emergencia (COE), hacen las veces de policía malo e implementan todo tipo de controles. Los cuales, amenazan seriamente distintos tipos de libertades, como la individual, la de libre circulación y, sobre todo, la de comercio. En ese sentido, los empresarios comerciales y los dueños de locales gastronómicos ya temen también por las consecuencias de la otra pandemia.
Es decir, la pandemia de la crisis económica en la que Tucumán y Argentina están sumidas desde hace tiempo. Y es que a la recesión de los últimos años, se le agregó las consecuencias de la llegada del coronavirus a nuestra provincia. Al tiempo que la implementación de la cuarentena no ha hecho más que profundizar la debacle económica. Y no es un secreto, ni mucho menos, que una enorme cantidad de emprendimientos cerrarán sus puertas para siempre.
Mientras esto acontece, la clase política en su conjunto, tanto desde el oficialismo como desde la oposición, no se hacen cargo. Por el contrario, desvían la atención y procuran realizar acciones que parecen propias de quién abre un paraguas antes de tiempo. En ese sentido, se puede considerar la orden de negar los traslados de pacientes infectados o sospechados de padecer coronavirus desde los sanatorios privados hacia los hospitales públicos. Si bien la razón oficial esgrimida pasa por el hecho bien intencionado de mantener camas disponibles para personas que no poseen cobertura de obra social alguna o prepaga, es decir, la población más vulnerable de Tucumán, la realidad pasa por otro lado. Pasa por el hecho del profundo temor que implica la posibilidad de que la estructura sanitaria dispuesta en más de 100 días de cuarentena, no sea suficiente para enfrentar esta pandemia.
